La producción argentina de carne está en plena expansión y tiene muchas oportunidades en el mercado externo si logra incrementar el rodeo -hoy en 54 millones de cabezas- y aumentar la eficiencia productiva, una meta que, además, hay lograr con el menor impacto ambiental posible.
Aníbal Pordomingo, coordinador del programa Carnes y Fibras del INTA, asegura que es posible producir el doble de carne por unidad de superficie con la misma cantidad de terneros. “Y si se realiza un manejo eficiente de los pastos, podemos ser de un 15% a un 18% más eficientes en la huella de carbono por unidad de producto comercializado”, destacó en un artículo del INTA.
Para lograr este objetivo, el experto dijo que es clave realizar una correcta cosecha del pasto para mejorar la transformación en proteína animal. “Es importante aumentar a un 60% la cosecha de pasto y ofrecerlo en cantidades suficientes para producir de manera efectiva, y no sólo para mantener a los animales”, explicó.
También indicó la necesidad de mejorar el impacto ambiental de la ganadería. “Hay huellas de largo plazo y globales sobre las que la Argentina tiene que trabajar. Tenemos que ser capturadores de carbono y buscar los procesos virtuosos en los sistemas”, insistió Para lograrlo, para Pordomingo es central aumentar el peso de faena, porque tiene implicancias en la productividad y participa de huellas ambientales muy fuertes.
“La producción de pocos kilos por animal a faena nos deja con la mitad de la producción posible por ejemplar nacido. A nuestra ganadería le cuesta gestar animales y tiene un índice de procreo nacional que no supera el 63% anual”, precisó. Este último número, con ajustes de manejo, podría aumentarse al 73%.
La producción en la etapa de recría y engorde también puede ser un motor de la cría en eficiencia y calidad. “La genética de la ganadería argentina tiene un alto potencial y está en condiciones de producir, al menos, 100 kilos más por animal a la faena, incluyendo las hembras, con edades no superiores a los dos años”, planteó el especialista del INTA.
Pordomingo reconoció que el engorde a corral en el país tiene sus mejores resultados con animales livianos a faena, para recordó que existen sistemas productivos de diseño diverso, que involucran la recría en pastoreo, la suplementación y el corral que permiten adecuarse a distintos tipos de producto y escenarios.
“Aunque en el corto plazo el negocio ganadero se siga centrando alrededor del animal liviano por las supuestas preferencias del mercado y la manipulación de medias reses, no existen argumentos técnicos ni sistémicos para justificarlo”, opinó.
En relación a este punto, aseguró que el grado de terminación y la calidad del proceso, más que el sistema de engorde, es el factor que incide sobre los atributos físicos de la carne con componentes centrales como el forraje, la calidad de agua, el manejo del rodeo, la infraestructura y la logística.
Para Pordomingo es fundamental la eficiencia en el proceso: “Hay tres meses de diferencia en la salida de un animal de un rodeo bien manejado de otro con manejo ineficiente. La cría es una técnica que requiere de pasturas y pastizales en buen desarrollo y crecimiento”.
Además, aseguró que no hay una variación significativa en la terneza con el peso de la res y explicó que animales de muy distinto peso tienen similar resistencia al corte en la carne del bife angosto. Además, aclaró que ni en la maduración en cámara por 14 días –como ocurre en la exportación– se reduce la resistencia al corte, por lo que se puede garantizar la terneza.