El impacto del nuevo aumento en el precio de los combustibles y en especial del diésel (insumo principal de la actividad agropecuaria), vuelve a pegar de lleno en la rentabilidad del productor y en especial en aquellos más vulnerables, ya sea por estar alejados de las zonas de comercialización, teniendo que transportar su producción por más de 1.000 kilómetros, o aquellos que padecen una campaña complicada climáticamente, en la que quedará un 30% de la superficie sin sembrar, en especial en la zona oeste de Buenos Aires y La Pampa.
En suma, desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) se estima que el sector recibirá en conjunto para la actual campaña con este nuevo aumento un impacto de $ 4.750 millones de pesos adicionales a los ya recibidos en el aumento de julio del presente. Desde diciembre del 2016 a la fecha el diésel promedio acumula un 23% de incremento en su precio, con estos guarismos el sector está haciendo frente a un gasto extra de $10.850 millones de pesos, en comparativa con la campaña pasada solo por el aumento en el precio del combustible.
Dicho costo impactará en forma directa sobre su rentabilidad, que presenta en ciertas zonas un importante agotamiento financiero. No podemos dejar de decir que, del total pagado en una factura de gasoil, el 64% es carga impositiva (conceptos no gravados, IVA, ingresos brutos). Esto quiere decir que de los $ 10.850 millones que tendrá que hacer frente el sector, $ 7.000 millones corresponde a impuestos. Queda a las claras más que nunca la necesidad de la reconversión del gasto público, que se empiece a relacionar sus sueldos con su productividad, y eficiencia, de la misma manera que nos sucede a los productores con nuestros ingresos.