En el norteño estado mexicano Chihuahua, los habitantes y los agricultores han estado esperando con ansiedad que las nubes trajeran lluvia para rellenar las presas, pozos de agua y lagunas secas. Pero hasta ahora, han aguardado en vano.
El estado más grande del país tiene un clima seco o semiseco en el mejor de los casos, pero las lluvias han sido inusualmente escasas en los últimos años. Cerca de la ciudad de Buenaventura, la presa Las Lajas está casi vacía y la poca agua que queda está infestada de peces muertos.
«Hay un panorama desolador», dijo Rogelio Pacheco, presidente municipal de Buenaventura. «El cuerpo de agua de esta presa, pues prácticamente sin agua. Vemos una devastación total, la verdad sí, estamos siendo castigados por la naturaleza, la verdad de manera extraordinaria».
El ganado de las granjas cercanas ha venido a refrescarse en el poco barro húmedo que queda, pero el agotamiento de la presa ha provocado que muchos agricultores hayan sufrido, sin poder regar sus cultivos.
En temporadas de siembra anteriores, los pozos ayudaron a regar la tierra, pero en medio de la sequía los agricultores decidieron dejar la tierra sin plantar o usar la escasa agua para evitar que los bosques de nogales que llevan mucho tiempo allí mueran.
«Los niveles de los pozos agrícolas están bajando», dijo el agricultor local Ángel Rueda. «Aquí tenemos esta área, donde estamos ubicados, ya sin poder sembrar, debido a los pozos que se nos han bajado, a la falta de agua. Tenemos ya varios años, dos años consecutivos sin que nos llueva».
Los apicultores locales también se han visto afectados. Las abejas están muriendo en grandes cantidades porque la falta de lluvia ha reducido drásticamente la floración silvestre, lo que las obliga a buscar polen en los campos de cultivo, donde los herbicidas matan a las plagas y a ellas.
«En el panorama casi no hay ahorita vegetación, por la misma sequía, entonces la abeja pues no tiene floración alternativa donde obtener néctar y polen y acude a los cultivos y pues ahí se aplican muchos plaguicidas», dijo Adán Rascón Ramos, apicultor de la zona desde hace unos 30 años.
A medida que los niveles de agua han bajado, el comercio turístico local se ha secado, junto con la pesca, dejando a los productores con la esperanza de que las condiciones mejoren en los próximos meses.
«Ya tengo un año aquí trabajando en la presa y he visto cómo han disminuido las personas que viene a pasearse aquí», comentó Daniel Rubí, un pescador que da paseos en barco a los visitantes. «Ya está muy seca la presa, como el 20% y sigue bajando», agregó. (Reporte de José Luis González. Editado por Adam Jourdan y David Holmes)
Fuente: La nacion
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