Se tardó cuatro años para recuperar 15; ahora hay que ser lo suficientemente serios para no volver a perderlo en un suspiro”. La afirmación pertenece a un industrial de la carne vacuna, en relación con la decisión de Estados Unidos de incorporar esta semana cinco nuevos frigoríficos al listado de plantas habilitadas para exportar a ese mercado, el cual estuvo cerrado desde 2002.
Con China, pasa algo similar. Si bien las exigencias son diferentes en ambos países, cumplir con los requisitos acordados es clave para que la exportación de cortes bovinos siga consolidando su buen momento.
A la hora de decidir la compra del producto argentino, los dos gigantes fueron los que impusieron las condiciones. Estados Unidos, más focalizado en la inocuidad para el consumo humano; China, con requerimientos puntuales en la sanidad animal.
De cualquier manera, ambos protocolos son de estricto cumplimiento y cualquier infracción puede ser sancionada de manera ejemplar.
A fines de agosto, y a modo de ejemplo, China suspendió las exportaciones de un frigorífico bonaerense por irregularidades en el envío de grasa bovina (contenía partículas extrañas).
Lo grave es que la anomalía fue detectada por el Gobierno chino y no por las autoridades nacionales que tienen a su cargo la certificación de los envíos.
Si bien el hecho no puso en peligro las exportaciones de carne a China, obliga al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) a extremar las medidas de control para evitar que justos paguen por pecadores.
Estados Unidos tiene sus exigencias más focalizadas en la inocuidad del alimento. Para ello, los frigoríficos habilitados deben hacer analizar la carne que envían en los laboratorios del Senasa, para descartar presencia de bacterias como Escherichia coli o salmonelosis.
Tolerancia cero
El país del norte mantiene un gran número de normas y reglas que gobiernan la higiene e inocuidad de los alimentos importados, y que cada vez son más exigentes, aseguran desde el Gobierno nacional.
El uso del sistema HACCP (Análisis de Riesgos en Puntos de Control Críticos), por ejemplo, es obligatorio para los frigoríficos que quieren exportar carnes rojas.
El Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria (FSIS) es la agencia responsable del cumplimiento de normas en materia de salubridad de la carne, que incluye bovina, caprina, porcina, equina, pollos, pavos, patos, ocas y guineas.
Entre sus funciones, está la toma de muestras de los productos para realizar un análisis microbiológico y descartar el contenido de contaminantes, residuos químicos (drogas veterinarias) y agentes tóxicos.
Todos los productos cárnicos que quieran ser exportados a Estados Unidos deben proceder de plantas de faena previamente homologadas e inspeccionadas por el FSIS.
Si esta agencia determina, como en el caso de Argentina, que el sistema de un determinado país es compatible con el estadounidense, los productos se consideran aptos para la importación. Así sucede en la actualidad con la facultad delegada al Senasa para el prelistado (prelisting) de las plantas habilitadas. No obstante, el FSIS revisa periódicamente el sistema de inspección de los distintos países para asegurar que se esté cumpliendo los requisitos establecidos.
En el mundo moderno, nadie se relaja en materia de sanidad y inocuidad de los alimentos, y más si se trata de países importadores que pagan por ellos.
De la misma forma en que se fortalece el interés por la carne argentina, la fiscalización doméstica debe mantener la guardia alta, para evitar problemas en el negocio.