Un especialista del INTA explica cuáles son las aguadas adecuadas para la hacienda según distintos ambientes. Qué tipo de agua se requiere para cada categoría y cómo obtenerla a nivel predial con herramientas accesibles y capaces de ser manejadas por los propios productores. La capacitación, clave.
El Ing. en Rec. Hídricos Mario Basán Nickisch, del INTA Reconquista, Santa Fe, especialista en gestión del agua para la ganadería, hizo una puesta a punto de esta temática en el 10º Congreso de la Sociedad Rural de Rosario. En el contexto de una sequía extraordinaria se refirió a las alternativas de aguadas y el manejo sustentable de los recursos hídricos para que cada productor pueda contar con reservas de agua de calidad que le permitan afrontar los crecientes desafíos del clima.
“Los principales problemas que encontramos en nuestra región son el desconocimiento del aprovechamiento del agua y la falta de infraestructura adecuada para el abastecimiento de los animales”, afirmó Basán. Y agregó: “la estrategia que proponemos es utilizar las fuentes de agua disponibles en cada campo sin descuidar el manejo de cuenca”.
El INTA apunta a tecnologías accesibles, capaces de ser operadas y mantenidas por los propios usuarios. “Desde la experimental brindamos capacitaciones a productores y técnicos para abordar proyectos de agua a nivel predial con una visión sistémica”, aseveró.
Calidad & cantidad
La calidad es tan o más importante que la cantidad porque el agua y el forraje son los principales alimentos del ganado y aportan los minerales necesarios para una producción eficiente.
“Muchas veces pensamos que las aguas muy dulces son las mejores para la ganadería (menos de 1g/l de sales totales) como ocurre con el ser humano. Sin embargo, son deficientes en las sales que los animales requieren”, aseveró Basán, presentado una tabla orientativa donde se clasifican las aguas según la categoría de hacienda.
Las aguas de lluvia, la de algunos cursos superficiales y las de ciertos acuíferos- por ejemplo, el Puelche, en varias provincias pampeanas- son deficientes en sales. “Entonces, ahí se necesita suplementar con minerales, que por lo general son bajos en los forrajes”, indicó, aconsejando que para ello se debe consultar con un técnico.
Luego hay un rango de aguas, de muy buena a buena, que son las mejores para el ganado, y por último está el nivel aceptable, hasta 7g/l de sales totales. “Hoy, lograr este máximo no es poco, teniendo en cuenta que llevamos tres años de sequía extrema. Incluso, muchos productores nos preguntan si conviene hacer inversiones en infraestructura cuando el agua ronda ese contenido”, contó.
Para dar respuesta, en la Experimental están haciendo ensayos donde monitorean la performance animal con distintos niveles de sales. “Comprobamos que ganan más peso con aguas que tiene 2 a 3 g/l de cloruro de sodio, que con aquéllas que son deficientes y, por último, con las que tienen 7 g/l, aunque también se puede producir con estos últimos niveles más aún en tiempos de sequía. Son datos que faltaban para poder tomar decisiones”, reveló. Ahora los estudios continúan con sulfatos: “en estos casos los máximos son más condicionantes, porque son sales purgantes, o sea, que aún con el mejor forraje los animales pueden tener bajo desempeño” advirtió.
El paso a paso
El primer paso para hacer un proyecto de manejo del agua en un campo es calcular cuánto se necesita por día, por estación y por año, y de dónde se puede captar, desde lluvias a fuentes superficiales y subterráneas.
¿Cómo cosechar las lluvias? “Es la fuente primordial de agua para el campo en muchos lugares. Hay que conocer el régimen de precipitaciones y capturarlas en forma sistemática, por ejemplo, mediante camellones que ayuden al escurrimiento superficial hacia un reservorio. “Los menonitas paraguayos son especialistas en este tipo de manejo, trajeron esta tecnología de Australia y funciona muy bien en nuestras regiones”, afirmó Basán. “Una alternativa interesante es utilizar los caminos para trasladarse y facilitar ese escurrimiento superficial”, añadió.
Con respecto a los reservorios o represas, es fundamental su dimensionamiento para poder abastecer a los animales y hacerlos lo más profundos posibles para achicar la superficie expuesta y minimizar mermas por evaporación.
¿Las impermeabilizamos? “Depende del porcentaje de arcilla del suelo que evitará pérdidas por infiltración, en el piso y los taludes, aunque también está la opción de recargar el acuífero lo cual tiene muchas ventajas”, explicó Basán.
En tal sentido, el agua recargada no se evapora y su temperatura es más estable a lo largo del año, algo fundamental porque contribuye a regularizar la temperatura corporal del animal. Además, “la mezcla de agua de lluvia, que no es la mejor por la falta de minerales, con agua subterránea, que muchas veces está excedida en sales, permite obtener una calidad óptima para el ganado”, señaló.
Volviendo a la impermeabilización, si no se da naturalmente, se pueden utilizar silobolsas -recubiertos con tierra en el piso y suelo cemento en los taludes- bentonita sódica o geomembranas. “Todas las alternativas son válidas técnicamente, solo hay que analizar el contexto y los costos”, indicó.
¿Dónde perforamos? “Hay que apoyarse en imágenes satelitales para buscar cauces donde antiguamente hubo un curso de agua porque allí hay mayor porcentaje de arena”, respondió. El siguiente paso son los estudios de prospección geoeléctrica, que consisten en hacer pasar corriente eléctrica a diferentes profundidades”, explicó, argumentando que esto permite estimar hasta dónde perforar y qué calidad de agua se obtendrá. “Hay algunas áreas donde yendo uno o dos metros más abajo hay mucha diferencia en la composición química. Mientras que el acuífero Puelche no cambió la calidad ni siquiera ahora con tres años de sequía”, pormenorizó.
En cuanto a los mecanismos de bombeo, están los tradicionales molinos de viento y las bombas de diafragma o centrífugas que se pueden alimentar con energía solar.
Por otra parte, cuando el acuífero tiene baja permeabilidad es recomendable hacer varias perforaciones diseñadas como “patas de araña”. “En vez de sacar mucha agua de un solo lugar, que no da abasto, es mejor tomar poca de distintos sitios y contar con un tanque central de mezcla, clave para que los animales beban la misma calidad en cualquier potrero”, describió.
Un detalle no menor es que cada perforación cuenta con dren horizontal a nivel del terreno, que está recubierto por piedra partida y arena gruesa, de modo que, dos o tres semanas después de una lluvia, el agua que recarga el acuífero llega ya filtrada, sin turbidez. “Este diseño ayuda a la naturaleza a reponer lo que extraemos, aunque en menos tiempo”, subrayó.
¿Y si la napa freática es de mala calidad y está cerca de la superficie? “Bueno, en los Bajos Submeridionales del norte santafecino, por ejemplo, una zona de cría importante, tenemos este tipo de situaciones. Ahí no podemos hacer represas excavadas ya que esa napa con exceso de sales contaminaría el agua de lluvia”, alertó Basán, aludiendo a una problemática frecuente también en otras provincias. En esos casos, se pueden construir represas en altura -para 700- 800 mil litros- de modo que cuando llueva el agua se acopie y, como está elevada, se pueda distribuir a distancia.
Seguidamente, se dimensionan las cañerías para que el recurso llegue a los bebederos. “Esta es la parte más conocida del sistema, pero sin embargo, para determinar su diámetro no siempre se tienen en cuenta la distancia y el desnivel, ni la cantidad y el tipo de animales a abastecer. Muchas veces vemos en los campos (foto izq) que unos pocos pueden beber y otros aguardan, lo cual va en detrimento de la producción de carne” aseveró, planteando que una alternativa recomendable son los tanques bebederos (foto der.) que pueden abastecer a varios potreros.
En síntesis, el INTA propone analizar los recursos naturales en los distintos ambientes y, en base a eso, diseñar el sistema de aguadas y las reservas necesarias para el rodeo del establecimiento.
Para finalizar, Basán resaltó que los productores “están invirtiendo en estas tecnologías porque les ven la veta, incluso con energía convencional y ni que hablar con energía solar o eólica, el capital se recupera antes”.
Y concluyó: “Quienes ya hicieron la infraestructura y manejan los recursos hídricos en forma sustentable, sin duda, afrontaron bien esta sequía extraordinaria. El agua no tiene sustitutos y estos sistemas de gestión aplican a todas las regiones ganaderas”.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
A continuación, la charla completa del Ing. Mario Basán.
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