En pastizales y pasturas suelen convivir gramíneas con leguminosas, especies que son esenciales para la nutrición del ganado ya que son fuente de proteínas y aumentan la calidad y productividad del forraje. Sin embargo, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA halló que los restos muertos de las raíces de raigrás infectado por un hongo que vive en simbiosis en sus tejidos, redujeron un 73% la germinación y el establecimiento del trébol blanco, efecto que se revirtió cuando quedaban restos muertos de hojas y tallos de la gramínea en la superficie del suelo.
“Sabíamos que, si bien los hongos endófitos asociados a ciertas gramíneas no resultan tóxicos para el ganado, son capaces de reducir la supervivencia de las leguminosas. Por eso me interesó investigar los mecanismos detrás de este efecto tan negativo para la ganadería, con la idea de evaluar prácticas que eviten la pérdida de una especie clave”, dijo Alexia Minás, docente de Ecología en la FAUBA y estudiante de doctorado del CONICET.
En tal sentido, al estar infectadas por esos hongos, las plantas de raigrás sufren alteraciones químicas de sus tejidos. Esos cambios trascienden la vida del hongo y de la planta, y persisten en los tejidos muertos (broza) tanto de la parte aérea (tallos y hojas) como de las raíces. Así las cosas, “nos planteamos: ¿cómo impactará la acumulación de broza aérea o subterránea de raigrás en la pérdida de las leguminosas?”, recordó la joven.
Para hallar la respuesta, Minás cultivó en macetas el raigrás con y sin el hongo endófito a fin de obtener, una vez terminada la estación de crecimiento, dos brozas con diferentes calidades y luego evaluó de qué manera impactan en la permanencia del trébol blanco.
“Encontré que en las macetas que contenían únicamente broza subterránea proveniente de raigrás infectado, la emergencia y establecimiento del trébol se redujeron un 73% en relación con la misma broza no infectada. En cambio, cuando las macetas tenían broza aérea sola o combinada con la subterránea, la emergencia aumentó un 56%”, contó.
“Estos resultados indican que la broza aérea del raigrás infectado ‘borra’ el efecto negativo de la subterránea”, explicó la investigadora, indicando que su trabajo fue publicado en la prestigiosa revista científica Functional Ecology. Como conclusión, “los efectos de las brozas de raigrás infectado sobre la germinación y la emergencia del trébol blanco están dados por los cambios químicos que induce el hongo endófito en la planta”, agregó.
¿Qué hacer? “La consecuencia es clara: si queremos que las leguminosas duren mucho tiempo en las pasturas, no hay que dejar que los animales se coman todos los restos aéreos del raigrás. La idea es manejar equilibradamente los tiempos que pastorean para evitar que sólo quede la broza subterránea”, finalizó Minás.