Unas de las disertaciones del seminario para jóvenes organizado por el IPCVA se enfocó en los nuevos desafíos de la demanda.
El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) realizó el seminario “Carne: agregado de valor con tecnologías exponenciales” pensado para los jóvenes de la cadena de ganados y carnes. Más de 400 personas lo siguieron en directo por la plataforma Zoom y por otras plataformas de transmisión.
Uno de los temas que se trataron son los desafíos que tiene la carne vacuna de cara a las nuevas necesidades de los consumidores, que estuvo a cargo del ingeniero Mayco Mansilla, maestrado en Negocios y Agronegocios. El especialista comentó definió a la “Bioeconomía” como el conocimiento y recursos biológicos con un fuerte foco en lademanda, la sustentabilidad y el desarrollo territorial.PUBLICIDAD
Se estima que en 2030 la población alcanzará las 8.600 millones de personas con un crecimiento de la proporción de personas que pasarán a ser “clases medias”.
Según Mansilla, estas personas “lo primero que hacen es comer mejor y la incorporación de proteínas es importante, porque baja el consumo de grasas e hidratos. Sólo habrá 10 países tendrán excesos de materias primas en cantidad y diversidad para alimentar al mundo. Tenemos una oportunidad sin precedentes. Hay una brecha cada vez mayor entre los alimentos diferenciados respecto a los sin diferenciar”.
Mansilla hizo foco en la importancia que tiene China como consumidor de proteínas animales, ya que en la actualidad uno de cada cinco habitantes es chino y en ese país, el consumo de carnes (cerdo, pollo y vacuna) pasó de 7 a 55 kilos por persona/año en las últimas 3 décadas.
El consumidor de alimentos hoy está hiperconectado e hiperinformado, donde una buena o mala impresión de un producto tiene influencia en su decisión. Además es exigente en calidad de producto y servicios, así como consciente y responsable de que consume.
Para estos consumidores “no es lo mismo si el producto se hizo de manera responsable, si contaminó o en condiciones dignas de trabajo. Además tienen altas dosis de empatía y respeto por el ambiente y valora la información y la confianza. En pandemia, tiene relevancia la inocuidad y confianza en lo que uno consume. También buscan nuevas experiencias y productos personalizados”, afirmó Mansilla.
Consumidores empoderados
Para el especialista, estos consumidores empoderados traccionan la demanda “y las empresas que no ofrezcan productos y servicios que busquen la satisfacción al cliente tienen poco futuro”.
Un aspecto a tener en cuenta es que el 81% de los consumidores valoran la confianza de la marca y están dispuestos a pagar primas más altas por productos alineados con sus valores personales. El 70% pagaría un 35% más por compras sostenibles y el 57% está dispuesto a cambiar sus hábitos de compra para ayudar a reducir el impacto ambiental negativo. Además, el 79% valora las certificados.
Para Mansilla, en el mercado de la carne vacuna “empieza a ser más fuerza lo relacionado con lo natural y orgánico. La carne producida a pasto, con o sin suplementación tiene mucho potencial porque es muy valorado. Además, los animales deben ser criados en condiciones de bienestar animal, sobre todo en el ambiente. También se empieza a valorar que sea libre de antibióticos y/o sustancias que puedan generar perjuicios a la salud”.
En los últimos años creció el cuestionamiento a la ganadería y la producción de carne desde el punto de vista de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Al respecto Mayco Mansilla ve una oportunidad para la producción argentina: “En el sistema de base pastoril, las emisiones son mitigadas por la fotosíntesis de las pasturas y cuando se complementan con la forestación, puede tener balance positivo. De esta manera se puede hacer una ganadería verde que puede cambiar el concepto a nivel global, sobre todo para los países donde se puede producir carne bajo estos sistemas como en el Mercosur”.
Consumidores con nuevos hábitos
De la mano del aumento personas vegetarianas, veganas y flexitarianas (personas que no abandonan el consumo de carne pero lo reducen), se estima que la demanda de proteínas vegetales crecerá 43% en 2030, casi tres veces más que la estimada para las proteínas animales.
Para 2025 se estima que su mercado pasará de 18.500 millones a 40.600 millones de dólares. “Sin embargo, el 86% de las personas que compran productos con este componente comen carne. Esto demuestra que, lejos de ser consumidas únicamente por un nicho, las proteínas animales abarcan una cantidad cada vez más amplia de compradores”.
Para satisfacer esta nueva demanda, Mansilla aconseja a los productores de carne “medir y gestionar los gases de efecto invernadero. Además se debe trabajar el bienestar animal de forma integral y crear marcas certificando y diferenciando el producto. Esto genera ventajas competitivas a nivel empresa y debería ser una estrategia a nivel país. La carne argentina goza de prestigio a nivel internacional y podemos agregarle esos atributos”.