El representante de la FAO para América latina y el Caribe, Julio Berdegué, le dio un fuerte espaldarazo a la agricultura de conservación. Lo hizo al participar del acto de apertura del 25° Congreso de Aapresid, que se realiza en simultáneo con el 7° Congreso Mundial de Agricultura de Conservación, con asistentes de 40 países.
Según el funcionario de FAO, en la actualidad más de 800 millones de personas en el mundo pasan hambre. En este contexto, la generación actual «tiene la obligación moral» de contribuir desde la agricultura a la alimentación.
«Más de la mitad de las tierras para agricultura está en degradación. La degradación es un obstáculo al desarrollo sostenible», dijo Berdegué.
«No vamos a tener una atmósfera limpia con suelos enfermos», agregó». Según el experto, la agricultura de conservación «repone» principios ecológicos. En esta línea, no sólo consideró que se trata de un aporte frente al cambio climático, sino que tiene que ver con la agricultura «del futuro».
«La agricultura de conservación es económicamente eficiente, nos acerca a la meta de desarrollo sostenible y hace una contribución sólida desde la agricultura al cambio climático», precisó.
En el mundo, apenas 130 millones de hectáreas, el 10% del total cultivable en el mundo, está bajo agricultura de conservación. De ese 10% ocupado por esta práctica, un 75% se reparte entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay.
La Argentina tiene un 90% de la superficie bajo siembra directa. Tuvo 94% en 2013, pero bajó por el monocultivo, los problemas con malezas resistentes y las políticas del gobierno anterior, que sacaron incentivos a la rotación. En Brasil, está en siembra directa el 60% de la superficie. En los Estados Unidos es el 25% y en Europa va del 2 al 3 por ciento.