«En los últimos años, no pasábamos de 18.000 toneladas mensuales, pero en septiembre se llegó a 30.500, continuando la tendencia ascendente de julio y de agosto», observa Ignacio Iriarte, director de Informe Ganadero. «Es un cambio que está llevando a que la demanda exportadora constituya más del 12% de la faena, versus el 7/8 por ciento del pasado reciente», compara.
China tracciona
El comportamiento positivo está traccionado por una serie de factores. El principal es la demanda de China, un cliente extraordinario que actúa sobre categorías poco defendidas por el consumo interno. Lleva carne de vaca a precios bajos. «A Alemania se le exporta a US$ 12.000 por tonelada; a Israel, a 6000, y a China, a 4500», detalla Ignacio. Y justifica: «Todo suma en un frigorífico, porque estas ventas permiten valorizar lo que antes se tiraba o se malvendía».
Crecimiento
El otro elemento dinamizador del mercado de exportación es estacional: los embarques recientes tienen como objetivo llegar con carne para las fiestas de fin de año en Europa y también influye la necesidad de formar stocks en China para el Año Nuevo. Más allá de la estacionalidad, el mercado internacional muestra un comportamiento estructural favorable: creció simultáneamente 6% en volumen y 5% en precio en los primeros ocho meses del año.
Vaquillonas
Para abastecer esta demanda externa aumentada se recurre, principalmente, a las vacas, ante la dificultad para conseguir novillos. No obstante, los exportadores también están demandando la vaquillona pesada, de 370 a 400 kilos, muy castigada en el precio por el mercado interno. «Los operadores que no consiguen novillos ni buenas vacas recurren a estas vaquitas, que permiten hacer buenos negocios al pagarse menos que los novillos», distingue Iriarte.
Fuente: La Nación