Carlos Ojea Rullán, 53 años, criador en Roque Peréz, Buenos Aires, asesor y organizador de remates de genética mejoradora, recompró la cabaña familiar La Juanita y se especializó en los Estados Unidos. Ese fue el punto de partida para armar un mega servicio técnico para las razas Angus, Brangus, Braford y Hereford, que actualmente llega a 20 de las cabañas más importantes de la Argentina. Esto, sumado a la ingeniería de negocios que hizo posible el nacimiento de los primeros terneros de embriones argentinos en suelo estadounidense, un mercado cerrado a la genética nacional, le valió el Premio a la Excelencia Agropecuaria de La Nación-Banco Galicia, en la categoría Mejor Cabañero, a fines de 2017.
Ahora, cuenta a los lectores de Valor Carne los pormenores de su trayectoria:
Mi familia empezó la actividad ganadera en 1878; compré mis primeras vacas en 1985, con 20 años, y en 1992 comencé a reamar La Juanita. Fui a perfeccionarme a los Estados Unidos, a la cabaña número uno y también a la Universidad de Louisiana. A mi regreso, armé un programa de selección genética novedoso para el país y la región, y con ello me dediqué a asesorar a otras cabañas. Integré en un paquete atributos tales como calidad racial, fenotipo ligado a funcionalidad, rendimiento carnicero, rusticidad, fertilidad y adaptación a sistemas pastoriles.
Con el éxito de las primeras empresas asesoradas, se fueron sumando otras. Mi hermano Juan Martín, Ing. en Producción Agropecuaria, se incorporó a la iniciativa y juntos desarrollamos el servicio de asesoramiento para cabañas de diferentes razas. Hoy, las decisiones genéticas que tomamos, sea para producir toros para la misma empresa, padres para comercializar semen o programar las ventas en los remates -un total de 24 por año-, alcanzan anualmente a 300 mil vacas. Entre nuestros clientes, figuran varias de las cabañas más reconocidas y se sumaron otras nuevas que están en procesos de armando, creciendo mucho, y probablemente serán fuertes en los próximos años.
En general trabajamos con empresas ganaderas muy profesionales, que saben que invertir en genética tiene respuesta económica y están muy comprometidos con esa visión. No sólo venden reproductores sino que tienen la cadena productiva completa, lo que nos permite monitorear los resultados de los novillos al gancho. Miramos la consistencia en el peso, el rinde, el porcentaje de músculo y grasa, y el área de ojo de bife. Si bien los frigoríficos aún no miden marmoleo, hace poco fui con el chef Christian Petersen y evaluamos cuál es la grasa intramuscular ideal para el menú de sus eventos. Uno de ellos, es el remate de Genética de Elite que organiza nuestra empresa Ojea Rullán y Compañía, en el que participan 38 cabañas de distintas razas.
Ingeniería en negocios
Viajo por todo el mundo ganadero, fui unas 170 veces a los Estados Unidos para buscar genética y abrir sangre para la Argentina, además de jurar exposiciones para distintas razas. En una de esas visitas, en 2015, me contactaron dos empresas canadienses, Semex y Blairs AG, para comprar embriones.
Así las cosas, 165 embriones Angus, Brangus, Braford y Hereford fueron embarcados hacia Canadá. Algunos eran propios y otros en sociedad con cabañas reconocidas.
Los logros fueron varios. Por un lado, fue la primera vez que embriones Brangus y Braford argentinos o de cualquier país del mundo ingresaban a tierra canadiense. Lo saliente es que de las preñeces obtenidas de ese convenio, quince receptoras fueron exportadas a los Estados Unidos y, en 2016, en un establecimiento de Kansas, nacieron los primeros quince terneros Angus con genética argentina de la historia.
A su vez, fruto de esa exportación, una ternera proveniente de dichos embriones, logró el precio máximo de su categoría en la Canadian Western Agribition, la exposición ganadera más importante de ese país. Ese ejemplar fue comprado por una cabaña estadounidense para llevárselo a Oklahoma. Es decir que, con toda esta ingeniería de operaciones, llegamos de dos maneras diferentes a los Estados Unidos, un reconocimiento al valor de nuestra genética.
Asimismo, hay un grupo de terneros y terneras nacidos en Canadá que se irán vendiendo durante 2018 en diferentes remates, incluyendo la posibilidad de que algunos participen del próximo Congreso Mundial Brangus en Houston, Texas, que se realizará en marzo.
A futuro
Hoy, menos del 25% de las vacas argentinas están cubiertas por toros de registro. Hay un 75% del mercado para seguir creciendo, tanto con animales de pedigree como con puros controlados, cuyos servicios se están expandiendo mucho en los rodeos generales. Hasta hace unos años, era impensado que iba a haber tanto compromiso de los criadores comerciales con la genética. La veían como un gasto y ahora la consideran una inversión, se dan cuenta del beneficio de trabajar con animales productivos, funcionales y adaptados a la zona. La ganadería está progresando y eso implica que hay un nicho muy dinámico para la genética.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne