Castigada por una sequía severa, la ganadería argentina atraviesa momentos confusos en todas sus etapas productivas.
En la cría, la zafra de terneros viene adelantándose generando animales más livianos por destetarse más jóvenes y con menor desarrollo al pie de la madre. Hacia adelante, de no mejorar las condiciones de los campos, el proceso llevará inexorablemente a una pérdida del estado corporal de las vacas previo y durante el parto.
Los resultados de los tactos vienen arrojando resultados dispares, pero en general hay deterioros del 4-5 a 20 puntos porcentuales, aumentando el número de vacas vacías que saldrán a la venta. También, se venderán muchas vacas flacas pero sin saber si están preñadas, dado que más del 60% del total de la categoría en la Argentina tiene el toro todo el año y no se diagnostica.
Además, el stock de vacas preñadas bajará antes del invierno porque no habrá forma de sostenerlas en el campo.
Las consecuencias de la sequía todavía no se han manifestado plenamente, sino que se acrecentarán con el tiempo. Es probable que la faena siga siendo elevada y sostenida por las vacas flacas que generarán una menor producción de carne y una menor preñez para la parición 2019.
De la recría y el engorde
En esta etapa la situación es aún más confusa. En primer lugar, el aumento de la faena en enero-febrero (13% más que el año pasado) estuvo compuesto mayormente por hacienda liviana terminada a corral, encerrada en noviembre-diciembre, cuando no había sequía. Este fenómeno, puede ser el arrastre de la mala situación forrajera derivada de las inundaciones de otoño-invierno 2017, sumado a un clásico estancamiento de los precios durante la primavera.
En cuanto a la actual sequía, la consecuente suba del valor del maíz está presionando a la baja el precio de la reposición, sobre ofertada por la falta de forraje en los campos de cría. Sin embargo, la depreciación del ternero ya no alcanza a compensar la suba del grano y la ecuación recién cerrará cuando se incremente el precio del animal terminado, tal como ha sucedido en las sequías de 2001 y 2008, y durante la suba abrupta del maíz de 2007.
¿Cuándo subirá el gordo? Cuanto antes se note que hay menos maíz, por la baja de la cosecha, más rápido deberá ser el ajuste en el precio en el animal terminado. Obviamente los matarifes y frigoríficos tratarán de mantener los precios actuales el mayor tiempo posible como para armarse de un “colchón” al que habrá que echar mano cuando la escasez de la categoría lo haga insostenible y obligue a competir a través del precio.
Pero hay otro problema muy importante: muchos eslabones de la cadena están desfinanciados y no pueden hacerse de alimentos como para seguir comprando terneros y garantizarse una buena provisión de gordo barato.
En este contexto, ya hay encierres que están “invitando” a participar del negocio del corral a los dueños del maíz con el objetivo de repartir luego los kilos ganados. Algo nebuloso y poco tentador para el dueño del grano, sobre todo porque en muchos feedlots no se sabe cuántos kilos de maíz se necesitan para producir un kilo de carne. Este tipo de “alianzas” es mejor preverlas cuando el maíz está barato y nadie quiere sembrarlo, que cuando está caro.
Otro sector preocupado por hacerse de materia prima, siendo el que más va a sufrir a largo plazo la falta de recría, es la exportación. Hay algunos productores que han sido consultados acerca de la posibilidad de aceptar maíz financiado por frigoríficos hasta la entrega de los novillos terminados, descontándolo luego del valor de venta. Esto ya se practicó en Uruguay hace dos o tres años pero luego se desactivó. Es evidente que si no aparece una señal de precio para el animal de exportación en lo inmediato, muchos terneros serán derivados al consumo liviano y la recría disminuirá sustancialmente afectando la oferta de la categoría en 2019.
Impacto en la producción
Las grandes preguntas en tiempos actuales son directas: ¿Cuánto disminuirá la producción de carne en 2018/19? y ¿Cuál será el efecto de arrastre sobre la de 2019/20? Estos hechos inexorables dependerán de la reducción de los forrajes disponibles, del precio del maíz y del aporte de aquellos recursos que se incorporarán como alimentos, tales como cultivos abandonados a su suerte, rastrojos de maíz y de soja, etc.
Como ya explicamos, la disminución en la producción de pasto afectará el resultado de la cría, con terneros más livianos y menor preñez en servicios tardíos. Hay una estrecha relación entre el peso al destete y el de terminación, sobre todo en terneros que van directo al corral de engorde, lo que llevará a una reducción en el peso de faena. Por otra parte, la recría, que se practica en no más del 30% de los destetes, puede avanzar a un ritmo más lento y afectar la calidad de la carne para aquellos terneros que serán terminados como novillos pesados en el otoño-invierno 2019.
Según los datos preliminares, la reducción de la producción de recursos forrajeros de verano para la recría otoño invernal (silajes y henos) podría haber sido de más del 30%. Además, el atraso de la siembra de los verdeos complica la producción de materia seca invernal (10 a 15%) y la normalización de la oferta forrajera por lo menos hasta la primavera.
La cantidad de grano disponible también perjudicará la producción de carne. Cuando el precio del maíz sube, no sólo el del ternero ajusta a la baja, sino que disminuye el peso de faena y por ende la producción. Al manejarse una ración cara se busca terminar un animal lo más liviano posible en lugar de prolongar la estadía en los corrales.
En números
En concreto, la menor disponibilidad de forrajes y el aumento del precio del maíz pueden provocar importantes mermas en la producción de carne. Si bien la magnitud es difícil de predecir, en términos estimativos la proveniente de machos, vaquillonas y vacas para faena podría disminuir un 10 a 15%. Es decir en unas 280 a 360 mil toneladas, distribuidas en un 60-70% este año y un 30–40% de arrastre para el 2019.
Esto no implica que la oferta de carne baje en esa proporción. Es probable que se mantenga a través de un aumento de la faena apelando a una liquidación del stock (vacas vacías, flacas preñadas, etc.), hecho que repercutirá negativamente a futuro, en la producción 2019-2020.
¿Por qué la caída de la producción de carne no será igual a la de los alimentos? Como se mencionó, es posible que se sumen otros recursos no contemplados en las bases forrajeras, como algunos cultivos agrícolas ante la imposibilidad de cosecha. También podría ampliarse la oferta forrajera primavero-estival 2018/19 y, con ello, parte de la restricción nutricional en la recría de 2018 tendría una leve compensación en 2019. Pero si estas fallas alimenticias no se solucionan, es probable que la disminución de la producción sea mayor que la estimada más arriba y supere al total de las exportaciones del país.
Así las cosas, será fundamental seguir monitoreando la producción de alimentos porque será determinante en la actividad ganadera de los próximos meses. Sin dudas, afectará todas las variables no sólo de la producción sino también de los precios y la proporción destinada al consumo y la exportación.
Ing. Agr. Juan Elizalde
Ing. Agr. Sebastián L. Riffel
www.elizalderiffel.com.ar