La Comisión Europea dio a conocer los últimos días que se llegó a un acuerdo con los Estados Unidos sobre la Cuota 481 (cortes de alta calidad de animales de feedlot, sin hormonas), por el cual ese país tendrá la exclusividad sobre 35 mil toneladas de las 45 mil que la componen, quedando 10 mil t para los demás beneficiarios. En tanto, EE.UU. no podrá usar la parte que le corresponde al resto.
La realidad es que este país no ha podido competir exitosamente en este rubro porque le resulta muy oneroso producir ganado sin hormonas, además de que ya parte de una materia prima de mayor valor, entre todos los beneficiarios. Esto fue lo que lo llevó a reclamar una parte del cupo en forma exclusiva.
Pero la experiencia con la cuota Hilton, que tampoco pudo completar desde que se creó en 1980, nos lleva a pensar que no podrá agotar el volumen creciente que irá recibiendo. Y esto significa que no sólo los restantes proveedores serán los perjudicados, sino también los importadores y el mercado en general que no se encontrará con el nivel de oferta que su demanda espera.
El pasaje del actual al nuevo esquema se hará en forma progresiva durante siete años, según se observa en el siguiente gráfico.
Para entender la problemática
Este análisis incluye un pantallazo sobre los orígenes del cupo y las dificultades para su complimiento, lo que permitirá contar con una mirada más amplia para comprender los actuales cambios.
La Cuota 481 surgió para saldar un conflicto comercial iniciado con la prohibición europea al ingreso de carne de animales implantados con hormonas promotoras de crecimiento. A fines de los 80, Estados Unidos inició un pleito ante el GATT (hoy, OMC) tratando de revertir la medida. Y si bien ganó la cuestión, la negativa de la Unión Europea a aceptar el fallo llevó al país norteamericano a aplicar aranceles compensatorios sobre una larga lista de productos agroindustriales del bloque, afectando sus exportaciones.
Para evitar esta situación, Europa propuso a Estados Unidos la creación de una cuota de carne de alta calidad, de animales de feedlot, aunque manteniendo la prohibición al uso de hormonas, por 20 mil t, con posterior revisión. El acuerdo entró en vigencia en 2009 y se encuadra en una decisión unilateral de la Unión Europea, abierta a todos los países que certificaran que sus procesos de producción se adaptaban a la normativa del bloque. Se hizo sobre la base de «erga omnes» o para todo el mundo. Es decir, apta para cualquier miembro de la OMC que cumpliera los requisitos.
Inicialmente, Estados Unidos fue el primer país habilitado y rápidamente se sumaron Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Más tarde se agregó Uruguay y, con posterioridad, en 2014, la Argentina.
El interés de los demás países contribuyó a que Estados Unidos no pudiera alcanzar sus expectativas en materia de volúmenes, lo que dio paso al aumento del cupo, que a partir de 2012 llegó a 45 mil toneladas.
La importante participación que tomaron Australia y Uruguay, y la forma creciente en que la Argentina la ha estado aprovechando desde 2016, llevaron frustración a los EE.UU., que empezó a presionar por tener un segmento de la misma sin competencia de terceros.
Estos reclamos estadounidenses, con el agregado de amenazas de dejar caer el acuerdo y volver a aplicar medidas retaliatorias, llevaron a este nuevo entendimiento.
Exportadores bajo presión
En cuanto al mecanismo creado para el uso de la cuota, se partió de la distribución de licencias entre los importadores europeos que manifestaran interés, pudiendo los mismos abastecerse de cualquiera de los países habilitados.
Luego se cambió el criterio por el de “primero llegado, primero servido”, es decir, a medida que se iba nacionalizando la carne importada bajo esta licencia, los volúmenes iban contra el cupo trimestral (11.250 t) y una vez que se agotaba, se acababa, con lo que la mercadería que llegaba con posterioridad tenía que entrar fuera de cuota, pagando €3 por kilo más 12% de arancel. Esto convertía la operación en una ruina, perdiéndose cerca de la mitad del valor de la carne. Además, como son cortes enfriados, no se puede esperar hasta la apertura del cupo del siguiente trimestre.
Este problema empezó a ocurrir en el cuarto trimestre de 2017, que se agotó en 5-6 semanas. A partir de ese momento, la ventana para ingresar por esta cuota ha quedado reducida a las primeras semanas de cada trimestre calendario, lo que genera fuertes problemas logísticos a feedlots y frigoríficos.
Sin estadísticas
A diferencia de lo que sucedió en los primeros años, la UE dejó de publicar el ingreso de carne a través de este cupo, en función del origen de la misma, por lo que resulta confuso tratar de armar la forma en que cada país la aprovecha.
Australia y Uruguay se atribuyen unas 12-13 mil t cada uno. La Argentina estaría completando 7-8 mil t en el ejercicio que está terminando, en un rápido ascenso, cuando ha venido consistentemente duplicando las cantidades embarcadas cada año.
Finalmente, EE.UU. exporta 20 mil t por año a Europa. De las mismas, hay que suponer que 2-4 mil corresponden a Hilton, ya que nunca logró cumplir más que esto de su actual cuota de 11 mil t. Además, está Nueva Zelandia que no llega a 500 t.
Pero estas cantidades exceden claramente las 45 mil t por lo que algunas de las cifras mencionadas deben ser incorrectas.
La importancia de reclamar
La Argentina, como así también Australia, Uruguay y Nueva Zelandia han hecho presentaciones anticipando que se reservaban acciones en caso de que la negociación en curso entre aquellos dos los afectara, pero todavía no se sabe que hayan dado algún paso diplomático tras conocerse el nuevo arreglo.
¿Qué se dice en la Argentina? Llamativamente, la mayor parte de los funcionarios públicos de las reparticiones específicas (Agroindustria y Cancillería), tanto políticos como de carrera, se muestra remisa a plantear un ataque a fondo a este nuevo acuerdo, que limitará considerablemente la penetración argentina en una cuota tan atractiva.
Los sectores privados (producción, feedlots, industria frigorífica) tampoco estarían mostrando objeciones a tal estrategia.
Desde Valor Carne, creemos que se trata de una lectura incorrecta de la normativa internacional y de la fortaleza que pueden tener los países afectados.
En primer lugar, ningún miembro de la OMC puede ofrecerle a otro una forma más conveniente de acceso para un producto sin generalizarla a todos los demás miembros de la OMC (la fórmula erga omnes ya mencionada), tal como hizo Europa desde el comienzo con esta cuota. Excepto que la concesión la haga en el contexto de un acuerdo bilateral o birregional de libre comercio, lo que no es el caso. En este sentido, lo que la Unión Europea acaba de acordar con Estados Unidos es inválido.
El otro factor que frena el reclamo es que, considerando que se trata de una cuota unilateral, es decir que no fue acordada en el marco de la OMC, el miembro que la otorgó puede retirarla en cualquier momento.
El razonamiento, que debe haber sido azuzado por voces europeas, es que, si los demás países reclamaran demasiado, se corre el riesgo que la Unión Europea la elimine. Esto es posible, pero sería improbable ya que la revocación lisa y llana de la 481 empujaría a los Estados Unidos a volver aplicar aranceles retaliatorios.
La única solución de fondo que tiene este tema es que la Unión Europea acepte la carne con hormonas, prohibición que la OMC considera no basada en ciencia. Pero se sabe que de ninguna manera lo hará y que además no quiere volver a los aranceles punitorios de los Estados Unidos.
Tampoco sería esperable que todo esto se acordara en el contexto de un acuerdo de libre comercio, ya que las conversaciones que se habían iniciado para este propósito, entre ambas potencias, fueron interrumpidas por Europa en las primeras semanas del gobierno de Donald Trump a causa de sus reiteradas críticas al sistema regulatorio internacional.
Ésa es la fuerza que tienen los demás países para tratar de evitar que se les cercenen sus derechos. Es cierto que estamos en tiempos en que las disputas internacionales se manejan en un ambiente más hostil y hay menos seguridades de que triunfe el derecho sobre la fuerza.
Pero no se debe desaprovechar el hecho de que Europa, por contraste con Estados Unidos, haya redoblado su posición de hacer valer la normativa internacional.
Por Miguel Gorelik, Director de Valor Carne