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Daniel Pelegrina: «Es de esperar que precios altos se repitan en próxima campaña»


El presidente de la Sociedad Rural Argentina se refirió al presente de la producción del sector y a las problemáticas que lo afectan.


La mejora de los precios internacionales compensó en parte las pérdidas que tuvo el sector agropecuario como consecuencia de la sequía. Se estima que “este año la producción agrícola se retraerá un 7% respecto de la campaña agrícola pasada” afirma Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural Argentina. Preocupación por la alta presión impositiva, dificultades por la restricción de importación de insumos y niveles de inversión muy bajos, son algunos de los problemas que planteó el dirigente. Buenas perspectivas para el sector cárnico a pesar de que los precios están más bajos que entre 2010 y 2012 o mediados de 2015 y 2016. Estos son algunos de los temas conversados con Pelegrina en el reportaje concedido a Ámbito.

Periodista: ¿Cuánto se exportó el 2020 en comparación al 2019?

Daniel Pelegrina: En 2020 se exportaron productos agroindustriales por un valor de U$S 38.200 millones. Esto quiere decir que 7 de cada 10 dólares exportados se originaron a partir de productos que se generan el campo. Este valor es 8% menor a lo exportado el año anterior. Cabe mencionar que en este periodo las exportaciones totales se contrajeron 15% año contra año. Además el agro encabeza el ranking en el balance neto de importaciones con más de 40.000 millones de dólares netos que entran y quedan en el país……y somos poquitos con signo positivo en ese ranking.

P.: ¿Cuáles son las perspectivas para este año?

D.P.: Las perspectivas para este año todavía no están cerradas, puesto que están muy condicionadas por el comportamiento climático que ha variado mucho por zonas y que aún falta lo principal, que es levantar la cosecha. Si bien la mejora de los precios internacionales tiende a compensar parte de las perdidas por la sequía, estimamos que este año la producción agrícola se retraerá un 7% respecto de la campaña agrícola pasada, calculando una producción de 120 millones de toneladas de granos comercializables. Esto permitiría exportar unos U$S 35.600 millones solo por cereales y oleaginosas, y esto significa unos U$S 9.000 millones de dólares más que el año pasado.

P.: ¿Cuánto se liquidó de las cosechas 2020 en relación al año 2019?

D.P.: Hay que entender que la cosecha es una vez al año y que en un país sin moneda, el productor necesita resguardar el valor de sus inversiones futuras, de sus gastos operativos de todo el año en la moneda que conoce que lo defiende de la inflación, y eso son sus granos. Durante el año necesita ir vendiendo hasta que llegue la próxima cosecha. Entonces, en la campaña 2019/20 el productor ya vendió 9 de cada 10 kilos de granos producidos. Podemos decir que estamos ante una situación completamente normal.

P.: ¿Cómo está evolucionando la cosecha gruesa en función de las condiciones climáticas?

D.P.: Recién se inició solo en algunas zonas, y ya se puede observar una caída de producción a causa de la falta de lluvias. Al momento, se esperan 45 millones de toneladas de soja y 46 millones de maíz. Entre ambos suman unos 7,7 millones de toneladas menos que lo producido durante la campaña pasada.

P.: Algunos analistas señalan que la suba de los precios de las commodities estaría llegando a un techo. ¿Cómo analizan ustedes la situación?

D.P.: El aumento de los precios de las commodities desde junio de 2020 se origina, por un lado, en los efectos de las políticas monetarias impulsadas por los países desarrollados para sobrellevar la crisis económica generada por la pandemia. Por otro lado, responden a una mayor preocupación de los países por mantener los stocks de alimentos. China, por su parte, ha vuelto a comprar mucho, no sólo soja y carne, sino también maíz, trigo, cebada, sorgo, etc. La cuestión climática, que ha jugado un rol importante en la oferta para el presente año, también tuvo incidencia. Por todos estos motivos, es esperable que los mercados se mantengan demandados y, por lo tanto, que esta situación de precios altos se pueda repetir también en la campaña próxima 2021/22.

P: ¿Qué trabas tiene hoy el sector para crecer en materia de exportaciones?

D.P.: ¡El marco general! Como cualquier sector, para poder invertir y desarrollar nuevos proyectos de inversión, necesitamos estabilidad económica, reglas de juegos bien orientados, claros y estables en el tiempo. También necesitamos contar con condiciones básicas de competitividad. La alta presión fiscal sin duda es un importante desincentivo, competimos en desventaja ya desde el vamos con la necesidad “pedir permiso y pagar” para poder exportar. Y eso en la soja por ejemplo es el 33 % del precio de movida…..después viene el resto de los impuestos. El posicionamiento en el mundo que proyecte nuestra política exterior, es fundamental. ¡Necesitamos poder venderle a ese mundo! Pero yo diría que lo más importante de todo para poder proyectarse a futuro es la regeneración de confianza. Y la Argentina hoy claramente no está generando confianza ni hacia afuera ni hacia adentro del país. Sobran los ejemplos, pero las declaraciones contradictorias y alarmantes respecto al pago de la deuda, a quienes son nuestros “amigos” en el mundo, son un claro ejemplo. No hay más que ver cómo aumentó el riesgo país luego.

P.: ¿Tienen problemas para importar insumos?

D.P.: Producto de las restricciones cambiarias, se observan importantes problemas en los mercados de insumos estratégicos y bienes de capital importados, entre otros. Con la Comisión de Enlace advertimos que esto iba a ocurrir incluso al presidente del Banco Central a mediados del año pasado. La restricción de oferta generada por el cepo en el acceso de los importadores al mercado oficial de cambios tiene su impacto en los precios de los insumos, que están tendiendo a crecer en dólares. Este fenómeno se observa, por ejemplo, en el mercado de cubiertas de maquinarias, los repuestos, los fertilizantes y muchos otros insumos estratégicos.

P.: ¿Cómo es la situación en materia de financiamiento?

D.P.: Tenemos en Argentina un sector financiero chico en proporción a su economía, y además se observa que destina cada vez con menos recursos para el sector privado. En 2020, solo el 27% del total de los activos del sistema financiero estaba prestado al sector privado, cuando en el promedio de los últimos 30 años fue del 38%. Esto implica un 30% menos que la capacidad prestable promedio, que ya es baja para las necesidades de nuestra economía. Este punto es una restricción muy importante para la inversión, y tiene su origen en la falta de una moneda estable.

P.: ¿Cómo está evolucionando la rentabilidad del sector agropecuario?

D.P.: A causa de los aumentos de precios internacionales, actualmente se observa una mejora por el lado del ingreso, que se ha visto empañada como resultado de las condiciones climáticas adversas durante la presente campaña. En cuanto a la ganadería, los números económicos presentan resultados positivos para el negocio de la cría, lo que permite mantener al sector ganadero en expansión. Respecto de la invernada, se observa un estiramiento de las recrías a pasto, con el objetivo de aprovechar las pasturas (alimento más barato), como opción al incremento del precio de la alimentación animal con granos.

P.: El gobierno admite que este año el dólar subirá menos que la inflación. ¿Cómo afecta esto al sector?

D.P.: Un escenario de atraso cambiario genera en algunos sectores una menor expectativa de ingresos, como es el caso de la agricultura o de algunas producciones regionales exportadoras, tales como las frutas, los vinos, las lanas. A otros sectores, puede representar un alivio, creo que ilusorio respecto de los costos. Este es el caso de la lechería o de la producción porcina. Sin duda a una economía que necesita expandir sus exportaciones, la va a afectar.

P.: ¿Con que ánimo se encuentran los productores?

D.P.: Con el contexto que venimos describiendo, los productores tienen muy poco incentivo para producir. De hecho, están comenzando a producir a la defensiva, tratando de ahorrar en el paquete tecnológico, en la calidad de los insumos y las semillas. Eso es muy malo. Se buscan las alternativas de cultivos con mejor carga impositiva, con el objetivo de producir en modo de subsistencia económica, pero muchas veces afectando la sustentabilidad.

P.: ¿Está invirtiendo el campo?

D.P.: El nivel de inversión de toda la economía está en los niveles más bajos de la historia: apenas alcanza el 10% del PBI. Esto no alcanza ni para reponer las amortizaciones. El campo no escapa a esta situación, aunque se puede observar algunas operaciones de inversión de oportunidad, como resultado de la imposibilidad de acceder al mercado de cambio. Por lo tanto, parte de los ahorros termina coagulando en la economía mediante algunas inversiones de oportunidad, tales como la compra de alguna maquinaria, mejoras en el campo, retención de vientres, mejora genética, etc.

P.: ¿Están observando si algunos productores se están yendo hacia países limítrofes como ocurrió hace varios años atrás?

D.P.: No lo hemos observado por ahora. Se han ido algunas personas, pero nuestra tierra, nuestras inversiones, y todo lo que es el sello del hombre de campo, están en Argentina. Hacia el futuro, el problema más grave ocurre cuando los empresarios empiezan a poner más energía en el surgimiento de nuevos negocios fuera de las fronteras de nuestro país, donde se les permite impulsar sus proyectos y concretarlos.

CARNES

P.: ¿Por qué cae el consumo de carne y que se puede hacer para revertir esta situación?

D.P.: Tanto el consumo de carnes como de lácteos está muy determinado por la evolución de la actividad económica. El año pasado la actividad cayo más del 10% y el consumo de carnes (bovina, aviar y porcina) se mantuvo en 110 kilos por habitante / año: 50 kilos por habitante de carne bovina, 44 kilos por habitante de carne aviar y 15 kilos de carne porcina. Es muy bueno el trabajo coordinado que se está haciendo con el fin de que los argentinos cuenten con una oferta de 110 kilos de carnes (entre todos los tipos) y, al mismo tiempo, los mismos sectores económicos puedan desarrollar su inserción internacional, tal como se viene haciendo con la carne bovina y, a partir de 2020, con la carne porcina, también. Hay mucho para seguir trabajando para poder abastecer a los mercados. La única salida es mayor inversión y mayor producción.

P.: ¿Cómo evalúa el tema de los cortes populares que acordó el gobierno? ¿Le parece que esta medida logra el objetivo de acercar la carne a los consumidores (teniendo en cuenta que solo se distribuye en los supermercados grandes)?

D.P.: Es una medida muy acotada en términos de cantidades y la gran mayoría de la gente compra la carne en otros canales de comercialización, sobre todo, en carnicerías de confianza. Son medidas que ya se han probado y que no funcionaron.

P.: ¿Históricamente considera que el precio de la carne esta caro?

D.P.: No si lo analiza en el tiempo, por ejemplo en la última década, y teniendo en cuenta que es una producción con tiempos biológicos. Si tomamos los precios reales (ajustados por inflación), vemos que entre 2010 y 2012 los precios de la carne estaban más altos que los actuales, al igual que entre mediados de 2015 y 2016. Los actuales valores están un 11% por encima del valor real promedio histórico de los últimos 10 años.

P.: ¿En qué posición mundial se encuentra Argentina en producción y exportación de carne bovina?

D.P.: Según los datos del USDA, Argentina es el 6º país productor de carne bovina del mundo, y el 5º exportador mundial.

P.: ¿Qué está pasando con la producción porcina? ¿En qué quedo el proyecto de China?

D.P.: La producción porcina en 2020 alcanzó las 655 mil toneladas, esto es un 7,3% más que en 2019. El consumo local en el mismo periodo alcanzó los 14,32 kilos habitante año, un aumento del 1,2%. Se observa que durante 2020 las importaciones cayeron un 34%, importando por 23 mil toneladas, al mismo tiempo que las exportaciones de carnes porcinas se expandieron notablemente, un 61% alcanzando envíos por 41 mil toneladas. Es un negocio que sigue consolidando sus pasos, ahora con el objetivo de lograr una mayor presencia en los mercados globales. Respecto de la intención del gobierno Chino por el desarrollo del negocio porcino en argentina, se tiene muy poca información respecto de las verdaderas intenciones de inversión en esta actividad, cosa que trae preocupaciones.

P.: ¿Porque la Sociedad Rural no integra el Consejo Agro Exportador?

D.P.: La SRA no forma parte del Consejo Agroindustrial Argentino fundamentalmente porque no participó de la elaboración del plan que promueve ni tiene ninguna certeza acerca de que dicho plan contemple alguno de los lineamientos de las Propuestas para el Campo, de cuya elaboración sí participó nuestra entidad junto a las otras que conforman la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias. Ese documento de 14 puntos resume la visión de la Comisión de Enlace sobre el sector. El Consejo Agroindustrial, por su parte, tiene una filosofía completamente diferente. Sin ir más lejos, desde su conformación, hemos podido comprobar que detrás del genérico «agregado de valor» o “promoción de las exportaciones”, de los que el CAA hace cierto abuso en su discurso, se esconden propuestas de medidas que resultan perjudiciales para la producción primaria, como el famoso diferencial de derechos de exportación para la industria aceitera o de molienda de trigo y de maíz, que transfiere valor e ingresos de los productores a otros integrantes de la cadena. Se trata de perjuicios que sin duda no permitirán generar mayor producción en el futuro. Impulsar más exportaciones y más empleo, son objetivos loables y compartidos, pero no creemos que una “ley” sea necesaria para eso. Se necesita restaurar la confianza y un contexto del país correcto.

PRESIÓN FISCAL

P.: ¿Cómo está afectando al campo la presión fiscal?

D.P.: La presión fiscal que carga sobre todas las actividades y personas en Argentina es opresiva, y mucho más para las actividades que desarrolla el campo que, además, asume el pago de los derechos de exportación. Se trata de un impuesto que diluye el ingreso del productor en forma directa en un 33% en el caso de la soja, en un 12% en el caso del maíz y el trigo, en un 9% en el caso de las carnes bovinas y leche en polvo, y en un 4,5% en el caso de algunas producciones regionales, etc.

P: En particular el Impuesto a la Riqueza. ¿Sabe si hay productores tuvieron que vender activos para hacer frente a este impuesto?

D.P.: Respecto de este impuesto, disfrazado de aporte extraordinario, se observa que la Justicia nos está empezando a dar la razón a partir de algunos fallos que se conocieron esta semana. Actualmente quienes han quedado configurados en el impuesto están evaluando las estrategias a seguir. Veremos cómo evoluciona el tema en la Justicia.

P.: ¿Cuantos productores tienen ganancias superiores a 2,6 millones de pesos, es decir que para el gobierno son grandes empresas?

D.P.: La mayoría de los establecimientos agropecuarios son gestionados por medio del formato de personas físicas (85%). Esto equivale al 55% del total de la superficie agropecuaria. El 45% de la superficie restante se lleva adelante por medio al algún tipo de personería jurídica. Respecto de las Sociedades Anónimas (SA), representan el 5% de los establecimientos y las Sociedades de Responsabilidad Limitada (SRL), el 2%. Esto significa unas 18.773 empresas.

Por lo tanto, si bien la mayor parte de los productores no estarían incluidos en este cambio normativo del impuesto a las ganancias para las personas jurídicas, el 7% de establecimientos que operan bajo el formato jurídico de una SA o SRL trabaja 1 de cada 3 hectáreas en la Argentina, lo que permite dar una dimensión de los sujetos y la superficie agropecuaria alcanzada por el cambio. Respecto de la escala para alcanzar el rango máximo de progresividad de 2,6 millones de pesos, estimamos que, según el tipo de conformación de las distintas actividades que se desarrollan en el campo, el monto máximo de ganancia neta imponible podría alcanzarse a partir de una escala de entre 80 y 120 hectáreas.

Fuente: ambito.com

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