La faena bovina aumentó 8,7 por ciento en abril, según un informe del economista Juan Manuel Garzón, de la Fundación Mediterránea, que toma como base datos de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (DNCCA).
Este relevamiento oficial muestra que el mes pasado, en plena vigencia del aislamiento social preventivo y obligatorio, se faenaron 1,18 millones de cabezas vacunas en 366 frigoríficos, lo que significa unas 100 mil más que doce meses atrás.
Para Garzón, la industria cárnica está siendo un ejemplo que puede ser replicado por otros sectores de cómo es posible producir a buen ritmo en plena pandemia, sin tener complicaciones graves de salud.
“En la mayoría de los frigoríficos se cuenta con planteles que exceden las 100 personas. La industria aplicó un conjunto de protocolos sanitarios, que incluyen control de temperatura al ingreso de las plantas, uso de barbijos y distanciamiento entre operarios en todos los ámbitos (comedores, vestuarios, zonas de operación). La actividad funcionó sin casos de Covid-19, salvo en un par de situaciones puntuales que fueron rápidamente solucionadas”, remarcó Garzón.
De todos modos, reconoció que puede influir que si bien esta actividad está exceptuada de cumplir la cuarentena, ha seguido trabajando en medio de un período con baja circulación comunitaria del virus.
Además, la mayoría de los establecimientos están ubicados en centros urbanos pequeños y/o medianos, donde los casos de contagio han sido escasos o nulos en relación a las grandes urbes.
“Pero el desempeño de esta industria es sin dudas una muy buena noticia, y puede servir de ejemplo para muchas otras que deben entrar en funcionamiento en las próximas semanas. Con protocolos sanitarios estrictos se puede sacar adelante la producción en tiempos de Covid-19, incluso en establecimientos que utilizan tecnologías de producción y/o procesos que son intensivas en mano de obra.”, sintetizó Garzón.
Demanda sostenida
Para que la faena siga creciendo, es clave que China –principal comprador de la carne argentina– haya reactivado sus compras tras pasar la peor parte de la pandemia.
Pero también que el consumo interno no ha dado señales de caída, pese a la crisis económica provocada por el coronavirus. Por el contrario, la demanda de carne bovina aumentó desde el inicio de la cuarentena, mientras que bajó la de sustitutos; principalmente, la de cerdo.
De acuerdo con una encuesta realizada por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), antes de la cuarentena solo un seis por ciento de los consumidores estaba comprando más carne vacuna que el año pasado. Ahora, durante el período de aislamiento, esa cifra se duplicó al 12 por ciento.
Del mismo modo, la cantidad de gente que decidía reducir las compras de carne vacuna y sustituirla por cortes de cerdo o de pollo, se redujo del 65 por ciento antes de la cuarentena al 50 por ciento en la actualidad.
Lo que sí se modificó son algunos patrones de consumo: la demanda está más concentrada en cortes para milanesas o guisos para cocinar en el hogar, que los denominados “de reunión” (asado, vacío, mollejas, achuras y matambre).