Pero las necesidades de los consumidores son altas y desde nuestro sector -que representa al 85% de la faena destinada al mercado argentino- creemos que un programa de estas características debería llegar a la mesa de todos los argentinos.
Esta política de acuerdos para el control de precios desembarca en un contexto de suba de costos en nuestra actividad, en rubros como combustibles, impuestos y costos laborales. Estamos en un momento delicado y un convenio de estas características tendría que orientarse hacia el consumo, pero no es este el caso.
Luego del pico de consumo en las fiestas navideñas y tras un aumento en el precio de la hacienda en pie que fue innecesario en un punto, las ventas en las carnicerías registraron una merma, que se originó no tanto en el
retroceso de los precios en Liniers, como en los bolsillos agotados de los consumidores, que no pueden convalidar más subas en los mostradores.
A esta situación, se suma la intención de implementar el abastecimiento de carne por cortes, en reemplazo de la media res. Si bien consideramos que esta medida es correcta, creemos que debe ser en plazos razonables.
A diferencia de las plantas exportadoras, la industria vinculada
al consumo no dispone de infraestructura para abastecer ese tipo de demanda.
Un primer paso sería partir de un diagnóstico profundo del estado de situación de la cadena de carnes, para luego FEBRERO 2021
comenzar a cuantificar el nivel de inversiones necesario para
empezar a poner en marcha esta idea.
Como mínimo, empezar al menos a trocear la carne en tres partes y
siempre con el apoyo y supervisión del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
Nos preocupa el apuro por instalar este tema, es una cuestión que al menos en el corto plazo no será fácil de articular y los frigoríficos no están preparados para ir a la caja en este momento. Es una medida que deberá llevarse sin prisa, porque la estrategia de comercialización en cortes
no se puede imponer a la industria del consumo de la noche a la mañana.
Estamos en el camino, pero muy lejos y tenemos que continuar con todas las instancias de diálogo entre el Estado y los privados. Sostenemos que esta idea se impondrá, pero deberá ser con gradualismo, porque el apuro puede
traducirse en un incremento de los costos, que invariablemente finalizan en el mostrador.
Leonardo Rafael – Presidente de CAMyA