Pablo Librado, investigador español del grupo de Orlando y coautor del estudio, cuenta a Sinc que “los caballos han experimentado una reducción de aproximadamente el 14-16 % en su diversidad genética”
El análisis del genoma de cerca de 300 equinos proporciona nueva información sobre cómo las antiguas civilizaciones manejaban, intercambiaban y criaban a estos animales durante los últimos 5.000 años. Los datos indican una gran pérdida de diversidad genética, así como la existencia de dos linajes de caballos actualmente extintos.
Los caballos no siempre fueron criados para participar en carreras o ser exhibidos por su belleza. De hecho, los seres humanos llevan empleando a la raza equina para estas actividades desde hace menos de lo que se pensaba. Es más, la velocidad en distancias cortas es un rasgo que comenzó a resultar interesante hace solamente 1.500 años.
Este ha sido uno de los principales hallazgos de un equipo internacional de científicos liderado por Ludovic Orlando, experto del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) y la Universidad de Toulouse (Francia). El trabajo se publica esta semana en la revista Cell.
Su estudio reconstruye la historia del caballo doméstico durante los últimos 5.000 años gracias a la mayor colección de genomas jamás estudiada (aparte de la humana). El análisis genético de 278 equinos de toda Eurasia ha revelado nuevas dos nuevos linajes de caballos ya extintos, hasta ahora desconocidos.
Los resultados de Orlando y su equipo muestran, además, un fuerte declive de la diversidad genética de los caballos en los últimos 200 a 300 años. Los expertos creen que este declive se debe a las prácticas de cría que se introdujeron con el surgimiento del concepto de ‘razas puras’.
“Lo que imaginamos como caballo hoy en día y lo que imaginábamos como caballo hace mil o dos mil años es probablemente muy diferente”, apunta Orlando.
Pablo Librado, investigador español del grupo de Orlando y coautor del estudio, cuenta a Sinc que “los caballos han experimentado una reducción de aproximadamente el 14-16 % en su diversidad genética”. Esta pérdida de diversidad ha tenido consecuencias indirectas, por ejemplo a causa de la consanguinidad.
“La utilización de unos pocos sementales como reproductores ha supuesto que un potro tiene más probabilidades de problemas en el desarrollo y la capacidad reproductiva. La cantidad de mutaciones deletéreas –que no produce la muerte, sino una disminución de la capacidad del individuo para sobrevivir o reproducirse– ha aumentado aproximadamente un 4 % en los caballos modernos, en comparación a caballos más antiguos”, señala Librado.
Según los autores, algunos de los rasgos con los que estamos más familiarizados en los caballos son solo una invención moderna ya que realmente se ha modificado más el genoma en los últimos 200 años que en los anteriores 4.000 años de domesticación.
“Una colección tan grande de datos nos ha permitido comprender de manera precisa el manejo de los caballos”, explica Orlando. “Sin embargo, se necesita mucho más que ADN para entender una historia así. Tuvimos que integrar todos los aspectos sociales, históricos y geográficos contextuales”, matiza el experto.
“En el registro histórico, desde la Edad de Bronce en adelante, los caballos han sido siempre parte de la ecuación hasta hace poco, conectando civilizaciones e impactando el transporte, la guerra y la agricultura”, añade.
LA CONQUISTA DE EUROPA A LOMOS DE CABALLOS.
Los autores han tratado de comprender cómo los seres humanos y sus actividades transformaron al caballo a lo largo de la historia para adaptarlo a sus propósitos y, del mismo modo, cómo estos cambios influyeron también en la historia de la humanidad.
“Multitud de civilizaciones humanas se han expandido gracias a sus caballos en los últimos milenios. Cada vez que conquistaban una nueva zona, los seres humanos desplazaban a poblaciones enteras de caballos autóctonos. Una de las más recientes fue la expansión islámica”, comenta Librado.
Los investigadores observaron un cambio importante en la composición genética de los caballos en Europa y Asia Central en los siglos VII al IX. “Este cambio probablemente corresponde a las expansiones islámicas ya que, antes de esa época, los caballos comunes en Europa solo se encontraban en regiones como Islandia”, señalan los autores.
El equipo realizó un escáner para identificar los genes relacionados con los caballos persas. Después del análisis, observaron que los caballos europeos eran mucho más similares a los caballos encontrados en Persia durante el imperio sasánida, después de estas expansiones.
“Fue un momento de la historia que remodeló el paisaje de los caballos en Europa. Si observamos lo que hoy llamamos caballos árabes sabemos que tienen una forma diferente, y sabemos lo popular que ha sido esta anatomía a lo largo de la historia”, comenta Orlando.
“Basándonos en la evidencia genómica, consideramos que este caballo fue tan exitoso e influyente porque trajo una nueva anatomía y quizás otros rasgos favorables”, añade.
DOS NUEVOS LINAJES
Librado ya demostró en uno de sus trabajos previos la existencia de dos linajes de caballos distintos tras analizar los restos fósiles encontrados en Botai (el primer sitio arqueológico con evidencias de domesticación, situado en Kazajistán).
Estos no eran compatibles con el ADN de los ancestros de los caballos modernos y evidenciaban la existencia de un nuevo equino. “Resultó sorprendente descubrir que los caballos domésticos de Botai son los ancestros de lo que se creía eran los últimos caballos salvajes, los caballos de Przewalski”, comenta el experto.
Sin embrago, gracias al trabajo de Orlando y su equipo, a estos actuales linajes se añaden ahora dos linajes adicionales de caballos, uno de la península ibérica y otro de Siberia, que existieron hace 4.000-4.500 años.
“Encontramos estos nuevos linajes en los extremos de Eurasia que no están relacionados con lo que hoy llamamos el caballo doméstico, ni con el caballo de Przewalski. Son una especie de caballo equivalente a lo que son los neandertales para los humanos modernos”, dice Orlando.
“Uno de estos caballos salvajes corresponde a Equus lenensis, cuyo hábitat se creía que estaba restringido únicamente a la región más Holoartica de Siberia. Además de Siberia, nuestros datos demuestran que estaba también presente en la República de Tuva, en la frontera de la actual Mongolia”, comenta Librado. Los análisis de ADN demuestran que E. lenensis sobrevivió al menos hasta hace 5.100 años.
Por otro lado, “el ADN extraído de cuatro caballos que vivieron 4.800-4.000 años es totalmente diferente y, por tanto, pertenece a un linaje probablemente ibérico que hasta ahora era desconocido”, añade el investigador. Este linaje ibérico sobrevivió unas cuantas generaciones más, dado que los científicos encontraron su influencia genética en otro caballo que vivió hace 2.700 años.
“Sin embargo, descartamos que este linaje ibérico pueda ser el ancestro de los caballos domésticos modernos. De hecho, intercambió poco material genético con los caballos domésticos actuales, teniendo una contribución muy pobre en el proceso de domesticación”, concluye el autor.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA: Fages et al: “Tracking five millennia of horse management with extensive ancient genome timeseries”, mayo de 2019, Cell, DOI: aqui
Agencia SINC es el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC). Foto cabaña Santa María Parietti
Fuente: TodoElCampo