Después de tres meses de registrarse una oferta ganadera muy alta, la faena finalmente cedió: en enero fue 14 por ciento más baja que en el inicio de 2020, y fue la menor en cinco años para el primer mes del ejercicio.
Fue especialmente marcada la caída en la faena de novillitos de dos dientes (-19 por ciento) y de vaquillonas de dos dientes (-21 por ciento), categorías exclusivamente de consumo.
Esta fuerte reducción explica por qué, pese a la baja del consumo, que en enero habría sido de sólo 45 kilos por habitante, los precios del ganado en pie cedieron: si bien la demanda es muy baja, la oferta también cayó de manera abrupta.
¿Por qué en enero se derrumbó la oferta ganadera? Por el lado de la hacienda liviana de consumo, durante los últimos cuatro meses el feedlot achicó el número de cabezas encerradas. La combinación de diferencias de compraventa muy negativas con la disparada del precio del maíz a partir de agosto, determino pérdidas muy fuertes por ciclo de engorde, que se acercaron a los nueve mil pesos por animal en noviembre.
La mayoría de los “feedloteros” durante el último trimestre redujo la reposición, pero esto se tradujo en una caída en la faena de ganado liviano recién en enero. La diferencia es que esta vez esa baja fue mucho más dramática que otros años.
La oferta proveniente de los corrales no se recuperará en varios meses: pese a la fuerte suba del precio del gordo, los márgenes del feedlot siguen siendo negativos.
Ecuación
La ocupación de los corrales ha caído: muchos operadores siguen encerrando solo porque no se puede parar la rueda financiera, porque ya se tiene el alimento producido en el propio establecimiento (silo y grano), porque lejos de los puertos el maíz vale menos y es inevitable el engorde a corral, o porque se utiliza para el engorde algún subproducto barato.
También porque se apuesta a una nueva suba del ganado gordo para más adelante, o porque el corral es un eslabón irreemplazable en la cadena de valor de la carne (matarifes y frigoríficos), o porque no hacen bien las cuentas. La realidad es que el feedlot reducirá su actividad, pero no desaparecerá.
Con la seca, las recrías sobre pasturas, verdeos o campo natural se han atrasado, y con la suba del precio del maíz muchos invernadores han achicado o suprimido directamente la suplementación con grano.
Así aparece de forma incipiente la oferta de terneros o novillitos recriados que el productor no quiere suplementar o encerrar para su terminación. El bache de oferta de ganado gordo que se está viendo tiene que ver con el efecto simultáneo de la seca y de la suba del maíz.
Ahora que llovió en la mayor parte de las zonas ganaderas, el productor alarga el período de engorde sobre pasturas y reduce a lo indispensable el uso del grano. Se prolonga así el déficit de oferta: una retención de verano, después de meses muy adversos; la reposición está cara y escasa; y el novillo también es hoy una reserva de valor. Los más optimistas piensan que la ocupación comenzará a recuperarse a partir de febrero o marzo, con la nueva zafra de terneros, y que el bache de oferta por la seca y por el menor uso de maíz tenderá a regularizarse lentamente en dos o tres meses.