La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada) publicó los resultados del estudio “Indicadores de precios” para carne bovina, leche, queso cremoso y pan.
Una vez más el sector lácteo arroja datos alarmantes: en la formación del precio del sachet de leche toda la cadena láctea presenta un resultado negativo. El tambo es el más perjudicado, ni siquiera alcanzó a cubrir sus costos operativos. El comercio presenta una pérdida de $0,20 por sachet de leche.
La cadena lechera.
La carne carga con la mochila impositiva más pesada: según este último informe, los impuestos representan el 29,8% del precio final, de estos impuestos el 75% son impuestos nacionales, 21% provinciales y 4% municipales.
El aumento del dólar agudizó la situación por la que viene atravesando el sector tambero y también el feedlot, producto del aumento de los insumos.
Natalia Ariño, economista de FADA, explicó que “el efecto del aumento del dólar de los últimos meses impactó en todas las cadenas, fundamentalmente en sus estructuras de costos. Es que muchos insumos que se utilizan en tambos, feedlots y en la industria molinera están atados al dólar, como maíz, soja o trigo. “Los costos propios de producir en una economía inflacionaria, como la que estamos viviendo, también se traspasan a los precios”, reconoció.
Los impuestos que se presentan en las distintas cadenas productivas analizadas por FADA van del 26% al 32%. Es decir, que entre 1 de cada 3 y 1 de cada 4 pesos que los consumidores pagan en el mostrador, corresponde a la carga impositiva de los distintos niveles del Estado. Los más perjudicados son la carne vacuna y el pan.
Los costos de producción (materia prima, laborales, estructura, servicios, transporte, entre otros) rondan entre el 88% y el 70% del precio final, y es el sector lácteo (leche y queso cremoso) la cadena con mayores costos en relación al precio.
El sachet de leche entera, en promedio en una primera y una segunda marca, en septiembre tuvo un precio promedio de $26,19 por litro, de ese precio el tambo representa el 29,2% del precio final ($7,64), la industria el 29,3% ($7,68), el comercio el 16,6% ($4,35) y los impuestos el 24,9% ($6,52).
La situación de la actividad tambera empeoró pasando de una pérdida de $0,73 en febrero de 2018 a $2,23 por litro en septiembre. En dólares, el productor recibió en septiembre por litro de leche U$S 0,20, mientras que en septiembre de 2017 su valor era de U$S 0,33. Es decir que el precio en dólares cayó un 39% en un año.
Según David Miazzo, economista jefe de FADA, “el principal costo que aumentó fueron los referidos a insumos para alimentos tras un doble efecto: sequía y dólar”.
Los quesos, bajo la lupa.
La cadena del queso presenta un resultado negativo de $14,60 por kilo de queso cremoso. Como en el caso de la leche, el tambero sigue perdiendo; sin embargo, al ser un producto de mayor valor agregado los otros dos eslabones ganan. En concreto, para este producto, la pérdida del sector primario genera que la cadena en su totalidad sea deficitaria.
En el índice de carne bovina de este semestre se incluyó el análisis de la etapa de cría, donde resalta que el mayor formador de precios en la cadena de carne es el Estado a través de los impuestos con una participación del 29,8%. El feedlot explica el 28,4% del precio final ($48,33), el ternero el 21,6% ($36,76), el frigorífico el 7,1% ($12) y la carnicería el 13% ($22,18). El precio final relevado por el IPCVA fue de $170,03 por kilogramo de carne.
La cadena cárnica.
La cadena de carne bovina presenta ganancias mínimas, del 1% del valor final. El feedlot sigue con déficit, por el impacto de los precios de sus insumos básicos para la alimentación, inflación y devaluación.
En el caso de los distintos eslabones productivos del pan, de acuerdo a Indec, el pan francés en septiembre tuvo un precio de $60,40 por kilogramo. De ese precio, el trigo representa el 13% del precio final ($7,86), el molino el 5,6% ($3,41), la panadería el 49,2% ($29,70) y los impuestos el 32,2% ($19,43).
Del trigo al miñón.
La panadería es el eslabón donde se produce el mayor salto de valor en la cadena de trigo-pan. La investigadora Natalia Ariño indicó que esto se da fundamentalmente por dos razones: “La primera, es que se realizan dos actividades, producción y venta por menor, es decir que hay dos eslabones fusionados; la segunda, es que tiene escalas sustancialmente menores a los eslabones anteriores (producción primaria y molino), por lo que tiene costos unitarios mayores”.