En estos días se conoció la operación por la cual el Grupo Vicentin vendió sus intereses en la industria frigorífica, representados por la firma Friar SA, a Buenos Aires Factoring (BAF), un fondo de inversión, que ya ha incursionado en otros negocios agroindustriales (como Sancor) y tiene participación en centrales eléctricas, entre otras actividades. No se dio a conocer el monto de la transacción.
La empresa tiene dos plantas de faena (Reconquista y Nelson, ambas en Santa Fe) y un ciclo II en la ciudad de Santa Fe. También tiene un feedlot.
Friar es una de las compañías más emblemáticas de la industria frigorífica argentina.
Nació como desprendimiento de SAFRA, luego de que ésta fallara en la década de 1980.
Fue uno de los contados emprendimientos exitosos y duraderos de ganaderos en este eslabón. Siempre orientada básicamente a la exportación, fue pionera y referente del sector.
Si bien su tamaño no es demasiado importante, como no lo es casi ninguna otra empresa de esta industria en la Argentina, siempre ha sido una de las empresas más destacadas, en faena y en exportación, siendo añejos sus contactos comerciales con los principales mercados de la Argentina (UE, Israel, Chile, Rusia y todo otro que haya tallado, como lo es China ahora).
A la planta original de Reconquista le agregó la de Nelson cuando Cargill se retiró del negocio de la carne vacuna en la Argentina, en la década pasada, tomando a cargo uno de los dos establecimientos que manejaba la estadounidense. La de Nelson también tiene su historia y destaque en este universo, asimismo volcada tradicionalmente a los mercados externos.
De esa época en que la Argentina no se llevaba muy bien con la exportación de carne, data el desarrollo de una red de carnicerías que ha alcanzado casi a la centena, desplegada en buena parte del interior del país.
En esa misma década pasada, el grupo de ganaderos del Norte de Santa Fe que la controló por más de 20 años, la vendió a Vicentin, con cuya familia tenía lazos de vecindad y larga relación.
Sin embargo la empresa continuó con una política similar a la que acostumbró durante todo ese tiempo.
En este año, cuando era posible que los productores que les vendían ganado le dieran la espalda por los graves problemas que atravesaban quienes la controlaban, Friar se ingenió para seguir trabajando con el ritmo habitual, con 27 mil cabezas faenadas y procesadas en agosto y 200 mil en los primeros ocho meses del año, números parecidos a los del año anterior.
Esta operación hace visibles dos aspectos que la rodean. Por un lado, habla de los problemas de Vicentin, aunque sea innecesario ahora, y de su necesidad de hacer caja para enfrentar mejor su problemática.
Por otro, refiere al interés que existe por el sector cárnico y no sólo entre sus actores habituales.