Si el temor a la chicharrita (Dalbulus maidis), insecto vector del Spiroplasma, representa una limitante importante para la decisión de sembrar maíz en 2024/25, está apareciendo un factor adicional que conspiraría contra el área de siembra del cereal.
Se trata del valor de los fertilizantes fosfatados, que vienen subiendo fuerte en las últimas semanas para “empiojar” las relaciones con los granos gruesos, cuyas cotizaciones muestran una tendencia bajista. “El mercado mundial de DAP (fosfato diamónico) se mantiene firme apoyado por la falta de oferta de exportación por parte de China y los impulsos de compra de Pakistán y Bangladesh”, señala el informe semanal de la consultora IF Ingeniería en Fertilizantes. “En este contexto, se espera que los compradores indios entren al mercado de fosfatados para asegurarse el abastecimiento y evitar posible escasez en el mercado interno”, añade.
Esta semana los compradores brasileros se mostraron más cautelosos a la hora de convalidar MAP (fosfato monoamónico) en niveles de 640 u$s/tonelada CFR debido la debilidad de los precios de la soja. La liquidez se encontró finalmente en 635 u$s/tonelada de producto de origen ruso. “El productor sigue sin tomar decisiones y el resto de la cadena de abastecimiento de fertilizantes en Argentina se encuentra con una actividad mínima”, indica el informe. A la suba del precio internacional del fertilizante se le debe sumar el “impuesto PAIS” del 17,5%, lo que agrava la pérdida de competitividad del maíz argentino respecto de los países vecinos del Mercosur. El pasado 28 de junio el ministro de Economía Luis Caputo dijo que próximamente el “impuesto PAIS” sería rebajado al 7,5%. La noticia, si bien fue bien recibida, generó desazón en el sector por la falta de precisiones y por el hecho de que, debido a cuestiones logísticas, las decisiones de importación de fertilizantes no pueden demorarse para poder abastecer al agro en la próxima siembra de granos gruesos.
Fuente: Bichos de Campo
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