El mercado inmobiliario rural está «parado» y la oferta de campos supera a la demanda compradora, que espera se estabilicen los precios por hectárea tras la devaluación. Así lo consignó a NA, Pedro Bauzá, miembro de la Comisión Directiva de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) en el transcurso de la V Jornada Nacional de Actualización del Sector Inmobiliario Rural que organizó la entidad en la Ciudad de Buenos Aires.
El directivo dijo que el «mercado está parado y hasta ahora todas las conjeturas que tenemos es que es un momento para esperar en las operaciones para que los precios se vayan reacomodando, que en el futuro compradores y vendedores se avizoren más claros y de ahí empezar a estabilizarse los valores».
«Hoy por hoy no existe un valor establecido para definir. Decir un precio es general. En la zona núcleo productiva los campos -que no hay uno igual a otro- están alrededor de 15 mil dólares la hectárea de los muy buenos, pero es generalizar mucho», señaló el especialista.
Ratificó que «el mercado está parado en este momento, si bien hay algunas cosas se van averiguando, es más mercadería ofrecida que lo demandado y los compradores están muy expectantes y viendo haber hasta dónde van a llegar los precios».
Los compradores son variados, los externos están muy limitados por la Ley de Tierras que les permite comprar hasta mil hectáreas en la Argentina «con lo cual salieron bastante de juego y lo que hay es más local y algunos otros excedentes de industrias y empresas que quisieran invertirlo en un bien durable que es la tierra», añadió.
La oferta proviene en su mayoría de productores y algunos extranjeros que hasta al momento querían transformar en dinero las inversiones que tenían.
En cuanto al futuro del mercado inmobiliario rural, sostuvo que «hay que esperar y ver como se establece políticamente el mercado, no tenemos una certeza de lo que vaya a suceder, estamos todos esperando que le vaya bien a este Gobierno y que comience a funcionar y que podamos establecer una dinámica de negocios».
Para Bauzá, el tipo de cambio sitúa al negocio en un «momento de transición; ha habido una devaluación tan grande que hasta que se reacomoden los valores, lo que se hace es congelar los movimientos».
Hasta el 2011 la actividad inmobiliaria rural era buena y cayó abruptamente desde esa fecha hasta que se reactivó algo entre 2016 y parte de 2017 y luego volvió a retrotraerse.
El índice INCair de la Cámara refleja todos los meses el movimiento (no operaciones ni precios) en agosto cayó un 15% anual.