Mientras en China se reanuda lentamente la actividad económica, pero el resto del mundo aparece cada vez más complicado por el coronavirus, en la Argentina se destina más carne al mercado interno y menos a la exportación. Este proceso es muy lento y todavía las ventas al exterior siguen cayendo, por lo que el cambio de paradigma todavía no se ha expresado plenamente en los precios del ganado.
La restricción estacional de oferta de ganados livianos provenientes del engorde a corral, categorías que tienen un efecto indicativo sobre todo el mercado, ayuda que el cambio –por ahora– sea poco agresivo,
El comportamiento de los precios de las diferentes categorías (vaca gorda, conserva, novillitos, terneros y vaquillonas, novillo pesado) es de todas maneras desigual.
El peso medio de faena sigue muy bajo: en 2019, de acuerdo a datos oficiales, promedió los 225 kilos por res, contra 228 kilos de 2018 y 225 kilos de 2017. En el año 2011, en plena retención, este indicador fue de 230 kilos.
Llama la atención que el peso medio no repunte cuando la faena de terneros ha bajado un 40 a 45 por ciento con respecto a dos años atrás, y se ha incrementado la faena de novillos, que es la categoría que más kilos aporta a la faena.
Además, muchas terneras se matan hoy como vaquillonas contribuyendo con más kilos y casi todas las categorías muestran un kilaje mayor al momento de la faena que uno o dos años atrás.
Pérdida en la comparación
En enero de este año, con una caída importante en la faena de vacas (15 por ciento) por el problema con China, y un aumento importante en la matanza de novillos (ocho por ciento), el peso medio sólo alcanzó los 226 kilos.
La generalización de las recrías ha llevado a que machos y hembras –en especial vaquillonas– se lleven a pesos de faena más altos (“más pasto, menos grano”), pero este importante cambio de tendencia aún no se expresa en un mayor peso medio de faena, que se ubica bien por debajo del peso de otros países tradicionalmente ganaderos. En esos países, casi sin excepción se está incrementando el peso de faena, o sea están obteniendo una producción de carne mayor con la misma cantidad de animales faenados.
Mientras en la Argentina el peso medio es de 225 kilos, en Uruguay es de unos 252 kilos, en Brasil de 237 kilo, en Australia –pese a la seca y la liquidación ganadera– de 270 kilos y en Estados Unidos es en promedio de 374 kilos en gancho.
En ese país, en la segunda semana de febrero, el novillo promedió los 666 kilos vivos al momento de la faena, con unos 423 kilos en gancho, y un rendimiento del 64 por ciento, mientras que las vaquillonas pesaron en pie 595 kilos, con 380 kilos en gancho y un rendimiento del 63,8 por ciento.
En 1960, según Derrell Peel (Oklahoma), los novillos rendían en promedio unos 298 kilos en gancho, creciendo desde entonces a razón de 1,72 kilos anuales, mientras que las vaquillonas, que rendían en 1960 247 kilos en gancho, han mejorado su peso al día de hoy a razón de dos kilos peso res por año. Volviendo a la Argentina, puede estimarse que una mejora de 10 kilos en el peso medio de faena –un objetivo perfectamente lograble– equivale a una mejora de 2,5 por ciento en la tasa de destete y un 1,2 por ciento de aumento (equivalente) en la tasa de extracción de equilibrio.