Las repercusiones sobre la prohibición del uso del glifosato en la ciudad de Rosario, Santa Fe, sobre todo el ejido urbano, no tardaron en llegar.
Desde distintas entidades rurales criticaron la medida por considerarla «sin fundamentos científicos» y por no haber sido consultados (la medida fue aprobada por el Concejo Municipal el jueves pasado en un proyecto de ordenanza de los concejales Osvaldo Miatello – Compromiso con Rosario- y Pedro Salinas -Ciudad Futura).
Tanto desde Aapresid como de la Asociación de la Cadena de la SojaArgentina (Acsoja) advirtieron también que la decisión genera un «grave» antecedente porque se basa en un informe de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc), un organismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que resultó cuestionado porque se reveló más tarde que se habrían editado los resultados. «Esta decisión es alejarse de la ciencia para tomar decisiones en base a presunciones de lo que es políticamente correcto», afirmó a El Cronista Pedro Vigneau, Presidente de Aapresid.
El ejecutivo catalogó la noticia como un «baldazo de agua fría», teniendo en cuenta que se trata de una ciudad que se conformó a raíz de la producción agrícola como el mayor polo de crushing y exportaciónagrícola del país. En paralelo remarcó que la prohibición en sí, que todavía no pasó por la instancia de promulgación que corresponde al poder ejecutivo en manos de la intendenta Mónica Fein, bioquímica de profesión, sólo afectaría a la ciudad y áreas periurbanas que abarcan 300 hectáreas de soja y 500 hectáreas hortícolas, pero que lo más graves es el antecedente que genera. «Hay más de 50 empresas que producen e importan este herbicida en el país, ya que es el herbicida más usado acá y en el mundo. Su prohibición llevaría a un aumento de los costos y en consecuencia, al aumento de precios de los alimentos», afirmó Vigneau.
Si bien se trata de la primera ciudad en el país que toma una decisión de el estilo (algo que tiene mayor desarrollo en Europa por ejemplo), el ejecutivo afirmó que otras ciudades como Gualeguaychú ya estarían siguiendo su camino, y hasta que en la propia provincia de Santa Fe ya se habla de la extensión de dicha prohibición.
En un comunicado, Aapresid comparó la decisión con el uso de la palabra «posverdad», refiriéndose a «información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público». Allí, afirmó que «desde hace algunos años esto comenzó a impactar en cuestiones técnicas tales como el uso de ciertas tecnologías de selección botánica, animal o el uso de ciertos químicos. El glifosato es presa de estos mecanismos», sostuvo y enumeró distintos informes de entidades como la European Chemicals Agency (ECHA); la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el Consejo Interdisciplinario Argentino (reunido en 2009 a tal fin); la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) o la Swiss Federal Office for Agriculture; entre otros, que sostienen que no se hallaron correlaciones positivas entre el glifosato y el cáncer, y que es seguro utilizarlo de acuerdo a especificaciones que requiere el uso correcto.
Por el lado de Acsoja se afirmó que «las evaluaciones de riesgos sanitarios deben basarse en ciencia, situación que no se desprende de la lectura de los considerandos de la mencionada Ordenanza». También expresó que numerosas organizaciones internacionales ya emitieron opinión científica sobre el glifosato «que demuestran que no existen impactos negativos en la sanidad, inocuidad y el ambiente de este producto». Y resaltó la importancia del principio activo en la producción de granos en especial en la Argentina en la producción sustentable bajo siembra directa.
Fuente: Diario El Cronista Comercial