- En 2004 había 6,6 millones de cabezas.
- Entre 2018 y 2023 el stock se mantuvo en 2,8 millones de vacunos.
- Este año, el rodeo nacional se redujo en 900 mil animales.
En la primera vacunación contra la fiebre aftosa del año 2004 se registraron 6,6 millones de novillos en el país. Desde entonces, el stock de esa categoría cayó de manera ininterrumpida durante más de dos décadas, hasta estabilizarse en los 2,9 millones de animales en el período 2018-2023.
Según datos provisorios, en la campaña de vacunación recientemente terminada, la primera de 2024, el stock se habría reducido nuevamente a solo 2,7 millones de novillos, un 4% menos que el año pasado y un 59% menos que hace 20 años, cuando Senasa comenzó a publicar la serie.
En materia de cotizaciones, la mayoría de los analistas coincide en que el año próximo se podrían recuperar los precios internacionales de la carne vacuna, después de la pronunciada caída registrada desde mediados de 2022 hasta la fecha.
Algo de eso podría estar dándose ya, con precios de importación en alza en Estados Unidos, una moderada recuperación en China y cotizaciones que en general han dejado de caer y apuntan a una incipiente recuperación.
Pero cualquier mejora podría encontrar dos límites: el primero es el hecho de que en todos los mercados donde el precio de la carne vacuna –que ya de por sí es alto– ha experimento una suba de significación, los consumidores sustituyen rápidamente los cortes bovinos por carnes más baratas –o mucho más baratas–, como el cerdo, el pollo o el pescado proveniente de la acuicultura. Como sucede en China, la sustitución es inmediata.
El segundo límite está dado por el hecho de que una eventual suba del precio internacional de la carne vacuna puede provocar que nuevos países se sumen a la oferta mundial exportadora, o que los mismos exportadores tradicionales (Estados Unidos, Brasil, Australia, Argentina y Uruguay, entre los más representativos) generen saldos exportables cada vez más grandes, al superar el precio internacional de la carne bovina el nivel de precios de sus respectivos mercados domésticos.
Si suben los valores en el mercado internacional, emergen nuevos exportadores como Bolivia, Colombia o Bielorrusia, y los exportadores tradicionales, al elevarse los precios, liberan saldos exportables más grandes.
La clase media china puede pagar más la carne –especialmente de ciertas categorías– que la clase media de Argentina o de Brasil. Es un verdadero remate global, donde continuamente aparecen nuevas manos compradoras, particularmente en Asia.
La mayoría de los países exportadores en los últimos años ha aumentado sus embarques a expensas de su consumo interno, cayendo sostenidamente el consumo per cápita en las últimas dos décadas en países de Europa, Estados Unidos, Argentina, Brasil, Uruguay y Australia, entre los más destacados.
En los últimos 24 años, la producción mundial de carne vacuna, según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), se ha incrementado un 21%, mientras que el comercio mundial de carne bovina ha crecido un 119%.
En término comparativos, en el año 2000 se exportaba 11,7% de la producción mundial de carne vacuna y hoy esa participación ha trepado al 21,2%. Cuanta más libertad económica haya en el mundo, mayor es el porcentaje de la producción que se destina a la exportación y al mercado mundial.
Diversificación oriental
En enero-agosto del 2022, Uruguay colocaba en China el 69% de sus embarques de carne vacuna. En los primeros ocho meses de 2023, redujo esa dependencia al 60%.
En los primeros ochos meses del año, las compras del mercado chino representan solo el 43% del total de lo exportado por este país.
Fuente: La nacion Campo
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