Desde el punto de vista financiero y comercial, este es un año clave para la siembra de este cereal. De acuerdo con los especialistas, el impacto de la sequía en la productividad de los cultivos de soja y maíz condujo a que la situación financiera de muchos productores esté seriamente comprometida. En este contexto, la siembra de trigo lidera el centro de atención.
Julio Manuel Castellarin –técnico del INTA Oliveros, Santa Fe– destacó la importancia de considerar, al momento de planificar los cultivos para esta campaña, que la soja ocupa anualmente entre el 70 y 75 % del área sembrada en el centro-sur de Santa Fe.
En este sentido, recordó que “existen ensayos de larga duración en la región pampeana que reafirman que la inclusión de trigo y maíz en la secuencia de cultivos mejora las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, al tiempo que cada uno de los cultivos de la rotación rinde en promedio un 10 % más que si cada uno de estos cultivos se hiciera en monocultivo”.
“Además, –agregó el especialista de Oliveros– esta secuencia permite un control más eficiente de aquellas malezas denominadas comúnmente como duras”.
Asimismo, el técnico no dudó en advertir que “el monocultivo de soja genera una pérdida continua de la materia orgánica del suelo, que incide negativamente en la economía del agua y limita seriamente su capacidad productiva”.
En cuanto al pronóstico del tiempo estimado, Castellarin citó al Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y su estimación de contar, para el trimestre mayo-junio-julio, con una alta probabilidad de precipitaciones que oscilarían entre normal o inferior a la normal y con temperaturas superiores a las normales.
Frente a este pronóstico, el especialista destacó la importancia de contar con “un correcto entendimiento del desarrollo del cultivo” para decidir cuándo sembrar, como así también predecir el momento óptimo para efectuar algunas prácticas de manejo y ubicar las etapas más sensibles del cultivo en condiciones ambientales menos riesgosas.
Con respecto al rendimiento posible de alcanzar en la región, Castellarin recordó que, en las 12 últimas campañas, el 67 % de los rendimientos promedio fueron de buenos a muy buenos, y en el 33 % restante fueron de malos a regulares, principalmente por estrés hídrico de distinta severidad. El promedio de rendimiento de las 12 campañas supera los 4000 kilos por hectárea en ambos ciclos de precocidad tanto para ciclos largos como cortos.
En cuanto al manejo de malezas, Juan Carlos Papa –técnico del INTA Oliveros, Santa Fe– aseguró que “no existan recetas fijas, protocolos o procedimientos universalmente válidos para su manejo exitoso” y que si bien “las especies de malezas que pueden afectar al cultivo son otoño-invernales, variarán en función de las condiciones agro-edafo-climáticas imperantes”.
De todos modos, recomendó comenzar temprano con las prácticas de control, generalmente en el corto barbecho previo a la siembra, con herbicidas de acción total y, eventualmente, la participación de un herbicida residual.
A su vez, sugirió la integración de los herbicidas con métodos culturales de control tal como las rotaciones o bien los arreglos espaciales competitivos. En este sentido, destacó aquellos cultivares de trigo capaces de competir ventajosamente con las malezas.
Con respecto a la planificación comercial, Marianela De Emilio –especialista del INTA Las Rosas, Santa Fe– indicó que “la intención de siembra puede seguir creciendo, los precios futuros seguirán respondiendo a la baja” por lo que recomendó, tranqueras adentro, obtener el precio objetivo del trigo 18/19, lo que facilitaría la toma de decisiones comerciales para generar una rentabilidad positiva.
En este sentido, aconsejó “cubrir precio a cosecha con futuros y opciones de futuros, así como acotar costos de la próxima implantación”.