La reapertura del mercado de la Unión Europea (UE) para el biodiésel argentino en unas dos semanas compensaría «al menos en parte» el efecto negativo por la suba de aranceles de entre 50 y 64 por ciento impuesta por Estados Unidos, según un informe de Abeceb.
«Argentina era el principal exportador de biodiésel a la Unión Europea explicando más de la mitad del total de importaciones de biodiésel del bloque europeo hasta 2013, cuando Europa impuso una tasa del 24,6 por ciento contra el biocombustible argentino. Con la rebaja de aranceles resuelta hoy, nuestro país podría compensar al menos parte del impacto negativo por el cierre del mercado dispuesto provisoriamente por Estados Unidos», afirmó.
El informe indicó que la Argentina exportó en 2012 a la UE 1.586 millones de dólares en biodiésel, lo que equivale a 1,4 millones de toneladas, pero ese fue la última vez sin arancel compensatorio en ese mercado a la importación del biocombustible; un año antes se habían vendido a ese destino 2.088 millones, o sea 1,7 millones de toneladas. Así, mientras en 2012 las exportaciones a la Unión Europea representaban alrededor del 89 por ciento del valor total exportado de biodiésel argentino, «pasaron al 43 por ciento en 2013» y en 2015 esa participación «se redujo drásticamente al 1 por ciento». En ese sentido, la consultora sostuvo que si Argentina «logra repetir los niveles de exportaciones de 2011 y 2012, se compensaría casi la totalidad del cierre del mercado de Estados Unidos que alcanzó 1,5 millones de toneladas en 2016».
Sin embargo, planteó que «no es posible aventurar que Argentina podrá volver a exportar esas cantidades». «En primer lugar, habrá que esperar el arancel finalmente implementado. Y también debe considerarse que Europa cambió su postura respecto a los biocombustibles», señaló.
Al respecto, Abeceb explicó que «en 2015 el Parlamento Europeo aprobó una legislación que obliga a una reducción gradual en el uso de agrocombustibles en el transporte, a un máximo permitido de 7 por ciento en 2021 y 3,8 por ciento de todo el combustible utilizado en 2030». «El bloque consideró que el uso de alimentos para la producción de biocombustibles por su impacto en la deforestación y los cambios que producen en el uso del suelo acelera el cambio climático», explicó el análisis.