En la década pasada, las exportaciones de maquinaria agrícola argentina supieron amortiguar las caídas en el mercado interno.
Por varios factores, entre ellos un dólar atrasado, las ventas al exterior se redujeron y los equipos nacionales dejaron de tener presencia en distintos mercados.
La maxidevaluación de 2018 hace suponer que la pista está despejada para que sea negocio, automáticamente, traspasar de nuevo las fronteras.
Sin embargo, las experiencias concretas demuestran que un dólar alto no resuelve otros problemas.
Una empresa que viene exportando con éxito a Norteamérica, como Akron, ha tenido que rediseñar sus máquinas para que entren en mayor cantidad en los contenedores.
El objetivo es claro: Darle pelea a los costos logísticos que neutralizan las mejoras en el tipo de cambio.
Sin competitividad
Como lo indicó en un informe la Fundación Mediterránea, transportar desde Argentina un contenedor al puerto de San Pablo (Brasil), cuesta cinco veces más que hacerlo desde Europa.
Cuando una empresa argentina quiere llegar con máquinas a Paraguay, para mencionar un mercado limítrofe, se encuentra con que los equipos de origen brasileño llegan a los concesionarios apoyados en costos competitivos que son imbatibles.
Según el ranking de desempeño logístico del Banco Mundial, la Argentina ocupa la posición 61 entre 160 países.
El dato es elocuente porque la competitividad externa depende, además del dólar, de qué tan costosos, precisos y fluidos son los servicios de traslado de productos.
Hay que añadir también los aranceles que aplican los países a los que llegan los equipos argentinos y los impuestos nuestros, como pueden ser las retenciones.
Para rearmar el rompecabezas del negocio exportador, la industria de la maquinaria deberá atacar varios frentes. Y no desdeñar la idea de modelos asociativos que permitan aligerar los costos.