Cuando mencionamos “calidad en las aplicaciones” hacemos referencia, básicamente a 4 aspectos: que no afecte a terceras personas, que se cumpla con el objetivo fitosanitario propuesto, que no afecte significativamente al ambiente, que sea económicamente rentable y que sea sustentable a largo plazo. “Claramente, es muy frecuente que este criterio de calidad no se cumpla en numerosas aplicaciones llevadas a cabo en nuestro país”, destacó el especialista en mecanización agríclola Ing. Agr. Ramiro Cid, durante el último encuentro de monitoreo realizado en Córdoba.
¿Es factible que estas fallas se deban a que la tecnología disponible no alcanza para cubrir estos requerimientos?, se preguntó el experto, a lo que responde:
• Los equipos pulverizadores fabricados en nuestro país están a la altura de los mejores del mundo.
• Disponemos de una enorme variedad de boquillas comerciales que nos permiten elegir ampliamente según las necesidades de cobertura y las condiciones ambientales.
• Nuestros sistemas de computadoras de pulverización, banderilleros satelitales y auto guías satelitales son de marcas reconocidas mundialmente o bien nacionales y con altos estándares de calidad.
• Disponemos de tecnologías como sensores de malezas, sistemas combinados de presión y modulación por ancho de pulsos, y monitoreos remotos que constituyen una avanzada a nivel mundial.
Claramente entonces, afirma, “nuestros problemas no están dados por no poder acceder a la tecnología. ¿Cuáles serían entonces los problemas existentes que nos impiden dar un salto de calidad?”, plantea Cid, y destaca:
• Un marco legal inadecuado que afecta a la actividad.
• Falta de capacitaciones a los operadores y empresarios de aplicación de fitosanitarios.
• Incorrecta verificación del estado de los equipos pulverizadores.
• Escasa participación de los profesionales de la agronomía como garantes responsables de la calidad de las aplicaciones.
• No matriculación de los equipos en la mayoría de las provincias.
• Falta de controles sobre la actividad.
“Debemos asumir que, dado que la aplicación de fitosanitarios es la única actividad agrícola que al momento de ser llevada a cabo puede generar daños a terceros o al ambiente, necesariamente debe ser regulada y controlada, para dar un salto de calidad. Y es en este punto adonde estamos fallando”, afirmó el especialista.