Mientras la cantidad de animales en los establecimientos relevados por la Cámara Argentina de Feedlots fue cinco puntos porcentuales mayor que hace un año, el margen bruto fue 14% más negativo en términos deflacionados.
El porcentaje de ocupación a fines de diciembre de los 102 establecimientos de engorde a corral encuestados por la Cámara Argentina de Feedlot (CAF) subió por segundo mes consecutivo en forma interanual.
Mostró un porcentaje de 58%, cinco puntos más que hace un año, el mismo incremento observado en noviembre, tras doce meses de retrocesos. La anterior alza interanual se había marcado en octubre de 2020.
Este aumento en las existencias puede denotar un mejor ánimo en el sector, tras las mejoras (o desempeoramientos) que venimos señalando en los últimos meses y que se desprenden de nuestros análisis de esta interesante información periódica que publica la CAF.
Pero del informe conocido esta semana surgen luces y sombras.
El índice reposición feedlot (IRF) fue de 1,05 versus 1,11 de hace un año. Esto mide la relación entre ingresos y egresos. Significa que entró 5% más de lo que salió, pero es más pobre que el de hace un año.
Lo mismo sucede con el índice de ingresos feedlot (IIF), que mide los ingresos frente a la capacidad de encierre. Fue de 13,85, 0,25 más bajo que el diciembre del 2020.
En la misma línea, el índice de egresos feedlot (IEF) que también los mide contra la capacidad, fue de 13,25, 0,55 mayor al de 12 meses atrás.
Es decir que estos tres índices están mostrando una menor inclinación a expandir las operaciones.
Una variable positiva, es la permanencia media en corrales que fue de 129 días en diciembre, cuatro días más interanual.
En cambio, las empresas que estaban llenando representaban el 51% de la muestra, 3 puntos menos en un año. Las que estaban vaciando con ingresos componían el 25%, cuatro puntos menos. La mayor diferencia se observa entre las que estaban vaciando sin ingresos que representaron el 16%, seis puntos más en un año.
Por último, que es otro dato adverso, el margen bruto por cabeza fue de $4.600 negativos, 77% peor que hace un año. Es decir, en términos deflacionados, resultó 14% más gravoso.