Pese a las lluvias ocurridas en las últimas semanas en la región Pampeana, las altas temperaturas de diciembre y las escasas precipitaciones complican el desarrollo de los maíces de la campaña gruesa, que se encuentran en proceso de floración y llenado de grano, período crítico de mayor demanda de agua. En algunas zonas, ya se observan severas disminuciones de rindes y casos extremos de aborto de espigas y no formación de granos.
Frente al escenario desfavorable, especialistas del INTA, privados y del sector elaboraron un informe con recomendaciones para el ensilado de maíces afectados por estrés hídrico y calórico, con el objetivo de recuperar la mayor cantidad de materia seca disponible en los lotes afectados, conservar la calidad del forraje guardado y disminuir las pérdidas.
Entre las primeras recomendaciones, Federico Sánchez, especialista del INTA Manfredi –Córdoba–, sugirió conocer el ciclo del híbrido utilizado y tener en cuenta el período de madurez fisiológica respecto al porcentaje de materia seca (MS) que puede acumularse “para no adelantar la fecha de picado de un material que aún le queda tiempo de desarrollo”.
En épocas de estrés hídrico, la principal deficiencia de los cultivos se manifiesta en el contenido de grano, la mayor fuente de energía para el silaje –que determina luego la calidad del alimento– y el mayor insumo para la acumulación de MS. Por eso, “será normal que los materiales tiendan a ser ensilados con niveles de MS por debajo del 30 %, menos de lo ideal para un buen proceso fermentativo”, señaló Sánchez.
Otro aspecto para considerar en el manejo de forraje es la altura de corte, que debe ajustarse a la condición de cultivo. En maíces muy secos con más del 40 % de MS, se recomienda disminuir la altura de corte, ya que la humedad tiende a concentrarse en la parte basal de la planta y facilita la compactación del silo.
Por el contrario, en maíces con más de 70 % de su peso en agua y menos del 30 % de MS, es conveniente “realizar un corte con una segadora o cortadora, efectuar un preoreo con el objetivo de perder humedad, y luego recolectarla cuando alcance, al menos, un 35 % de MS con la picadora equipada con un cabezal pick-up”, detalló Sánchez.
De acuerdo con el técnico, en el guardado de cultivos con preoreo y alto contenido de materia seca resulta más difícil eliminar el aire y se corre el riesgo de generar “silajes calientes” con pérdida de nutrientes. En este sentido, resaltó la importancia de reducir el tamaño de picado en pos de priorizar la compactación por sobre el efecto de “fibra efectiva”.
En tanto, Fernando Clemente, coordinador zonal de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros, indicó “elevar la plataforma de corte de la máquina, disminuir el tamaño del picado para eliminar agua durante el proceso y hacer silos con mucha densidad que eviten la acumulación de aire, el mayor enemigo del proceso de conservación”.
Desde el híbrido hasta el animal
Para Clemente, “el proceso de ensilado no comienza en la cosecha, sino que comprende desde la elección del híbrido, la preparación de la tierra hasta que llega a la boca del animal”. “Cada ineficiencia durante los procesos aumenta el nivel de pérdidas e implica proteína y energía que no se convierte en leche y carne”, añadió.
Asimismo, el técnico consideró fundamental realizar el inoculado –con productos aprobados por Senasa– para mejorar los procesos de fermentación. “Es un seguro que tenemos frente a las condiciones que no son las ideales para el almacenamiento”, definió.
En general, los inoculantes están compuestos por bacterias y enzimas que permiten, de forma natural, una rápida acidificación del material ensilado. Entre las ventajas, su uso aporta a la estabilización del forraje, evita la proliferación de hongos y el desarrollo de micotoxinas, prolonga la conservación en el tiempo y mejora la calidad como alimento.
En tanto, Sánchez comentó que, con el objetivo de sacar mejor provecho de los lotes afectados por la baja producción de granos, muchos productores decidieron ensilar campos destinados a cosecha para poder liberarlos –además de los ya previstos para picar– y habilitar la siembra de otro cultivo apenas se produzcan las próximas precipitaciones.
“Bajo estas condiciones, los silajes confeccionados en un establecimiento agrícola serán comercializados a otros establecimientos ganaderos que los consumirán”, afirmó Sánchez, quien recomendó confeccionar el silo a una distancia prudente respecto del lugar donde va a ser consumido y en el marco de un trayecto que pueda recorrerse diariamente con un mixer o un acoplado forrajero.
Asimismo, Clemente remarcó que, en condiciones de sequía, los maíces con desarrollo limitado por déficit hídrico pueden contener una alta concentración de nitrógeno y nitratos, que provocaría la formación de compuestos tóxicos para los animales.
En este sentido, sugirió analizar los ensilados antes del suministro y tener precaución al trabajar con cultivos con altos niveles de fertilización o picados luego de una lluvia, debido a que son escenarios que aumentan estos riesgos.
El informe fue elaborado por los especialistas del INTA Mario Bragachini, Federico Sánchez, Gastón Urrets Zavalía y José Peiretti. También participaron expertos del sector: Guillermo Piñero de la empresa HAB, Juan Monje de la Universidad Nacional de Villa María, Fernando Opacak y Fernando Clemente de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros, Pablo Cattani (asesor privado), José Costamagna de Claas Argentina y Javier Barnech de la firma De Laval.