El pastoreo racional Voisin es una metodología de producción de pasto, que se hace en el marco del bienestar animal, con la protección del ambiente y con alta utilización de insumos, pero de bajo costo o de costo cero. El insumo más importante es la energía solar. Trabajamos con la vida del suelo y con los factores naturales», explica la ingeniera agrónoma Silvia de Bargas, que desde 1990 trabaja en conjunto con el ingeniero Luiz Pinheiro Machado, zootecnista brasileño y consultor privado en varios países.
«El sistema consiste en hacer pasturas perennes, es decir, manejar el pasto según su fisiología con el fin de evitar que muera, respetando los ciclos de acumulación de reservas de la raíz, que es lo que produce los sucesivos rebrotes. Este pasto se usa en el momento en que tiene mayor valor nutritivo, que coincide con lo que Voisin llamaba «el punto óptimo de reposo». Para eso no se debe permitir que la vaca elija.
«La primera condición, entonces, es dividir el área con alambrado eléctrico en parcelas pequeñas (de 5 hectáreas de superficie como máximo) para hacer ocupaciones con alta carga instantánea en tiempos reducidos», explica la ingeniera.
Sistema en expansión
Refiriéndose a su trabajo con el pastoreo racional de Voisin, Silvia de Bargas narra: «Comenzamos en 1990, y hoy ya tenemos 36 proyectos en marcha que suman unas cuarenta mil hectáreas. Al principio se lo consideraba un sistema aplicable solamente para pequeños productores.
«A medida que la escala de producción dejó de enmascarar las ineficiencias, haciendo imprescindible el aumento de productividad real, se incorporaron establecimientos de mayor superficie».
En la actualidad, los productores suma a esta necesidad la preocupación por revertir el nivel de degradación y contaminación que presenta el suelo y el agua en muchas zonas de la Argentina. Por ello la ingeniera subraya que el primer beneficio que se logra es recuperar el valor del capital que tiene invertido: la fertilidad del suelo es el capital del negocio.
«La división del área es permanente, ya que se efectúa un seguimiento sobre cada espacio de pastoreo. Esto requiere, como condición imprescindible, que cada potrero tenga acceso al agua -señala de Bargas-, por lo que se instala un bebedero cada cuatro potreros.»
Para esto se necesita una red hidráulica que va enterrada y es la inversión que más rápido se recupera.
Especificaciones
Una de las críticas hechas al pastoreo racional intensivo es que posee una carga alta, pero con bajo rendimiento individual, que no permite terminar novillos.
«Cuando se hace una rotación sistemática de los pastos y se hace comer hasta abajo, esto es cierto: no se permite seleccionar al animal y la calidad del pasto que consumen es promedio, porque dentro de la misma planta hay diferencias importantes en su tercio superior, medio e inferior», evalúa Silvia de Bargas.
En cambio, ella asegura que en el pastoreo racional Voisin se hace el despunte de la pastura con la tropa de venta y después se hace pasar otro rodeo con menores exigencias metabólicas: una vaca de descarte, o un pequeño rodeo de cría, para que haga una limpieza de las partes gruesas del pasto.
Este manejo sólo es posible con agua en cada potrero. Esa calidad de forraje, con libre disponibilidad de agua, sombra y sin stress permiten ganancias superiores al kilogramo diario en tropas de terminación.
Las cargas instantáneas que se usan están entre 300 y 500 unidad de ganado mayor (que equivale a una vaca de 500 kilos) y el manejo es muy sencillo: en un campo de 1000 hectáreas con 3000 cabezas, la hacienda se mira rápidamente, porque está en 8 o 10 potreros.
No se trabaja con caballos, ni con perros ni con gritos, ya que el bienestar animal se respeta mucho y se tratan de minimizar los factores que producen stress. Esto, además de contemplar los principios éticos que ya exige el consumidor en muchos países del mundo, asegura una alta calidad biológica del producto.
Adopción de la metodología
«Existen en funcionamiento proyectos de cría, de invernada, de ciclo completo y de tambo. En cuanto a la inversión inicial, oscila entre 150 y 250 dólares por hectárea, lo que permite triplicar la carga, como mínimo, y reducir el costo operativo a la mitad. Esto significa casi quintuplicar la ganancia que se obtiene, protegiendo el ambiente», comenta la ingeniera.
La inversión en proyectos de cría se recupera al final del cuarto año, y en invernada entre el segundo y el tercero. Hoy los productores ya saben de qué se trata el sistema y plantea inquietudes diferentes de las de hace 5 años, cuando se presentaba en nuestro país.
«Ya nadie pone en duda que se pueden lograr 600 kilos por hectárea. Estamos absolutamente convencidos de esta alternativa», enfatiza Silvia de Bargas.
fuente: La Nacion