En el feedlot que la empresa cordobesa Agrolam tiene en Santiago del Estero, durante el verano, los novillos bajan hasta tres veces por día a las aguadas para refrescarse por la alta temperatura. Esa rutina, con el uso de tecnologías de avanzada, puede servir para lograr el objetivo de ser más eficiente en la producción de carne.
¿Cómo? A través de cámaras con sensores capaces de estimar el peso del animal en tiempo real.
“Toman varias instantáneas del animal y un software, a través de un algoritmo entrenado con más de 15.000 novillos, calcula el peso en base al volumen, la distancia y la temperatura del ejemplar. A medida que va teniendo repeticiones, sigue aprendiendo a través de machine learning y ajustando los errores de manera matemática”, explica Juan Martín Miretti, director de Agrolam.
Ese dato se puede linkear con la caravana electrónica que identifica al animal, entonces uno puede tener el dato de cuánto pesa, todos los días.
“Los beneficios son varios. Primero, un control más preciso del stock, porque si hay un animal que no baja, puede ser que esté enfermo o muerto. También se puede tener muy actualizada la ganancia de peso de las tropas, por si hay problema con alguna que necesite reforzar la alimentación y no conocer eso recién cuando se cierra el ciclo”, agrega.
Miretti fue uno de los oradores de la Jornada de Actualización Técnica (JAT) “Aceleración digital frente a la pausa global”, organizada por la Región Córdoba Norte de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Crea).
Allí relató que uno de los desafíos que se han puesto en la empresa es consolidar la estrategia de incorporar tecnologías aplicadas al agro, denominadas agtech, con el fin de profundizar el proceso de innovación para ganar eficiencia en la producción.
Caravana y “blockchain”
La startup (empresa de base tecnológica) que desarrolló las cámaras que estiman el peso se llama Cattler, y desde Agrolam decidieron invertir en ellos para ayudar a desarrollar el producto.
“Ellos aportan el know how y nosotros el campo, los animales, el análisis de los resultados. Todavía falta seguir ajustando los procesos, pero va por buen camino”, sostuvo Miretti.
Agrolam es también la propietaria de la Cabaña Pilagá, con base en Corrientes, y en las últimas semanas dio el primer paso para otra innovación asociada a un desarrollo agtech: enviaron a Arabia los primeros cortes premium de carne bovina con marca propia, que incorpora el código QR a través del cual el comprador puede ver toda la trazabilidad del animal.
“Incorporamos la plataforma Carnes Validadas y comenzamos a trazar todo el rodeo. Al escanear el QR, uno puede ver todos los datos del ejemplar: su localización, cómo se lo alimentó, si el campo donde se produjo tiene certificaciones. Y están protegidos por blockchain. Son datos que los consumidores requieren cada vez más”, enfatizó.
Al respecto, destacó a Australia como ejemplo, donde los ganaderos de ese país no sólo se enfocan en mejorar la producción, sino también la comercialización.
“En el caso del negocio de los reproductores, estamos acostumbrados a vender por consignatarios y perdemos contacto con los clientes. Antes de la pandemia, justo habíamos armado una plataforma digital y pudimos mostrar toda nuestra oferta de genética y tener incluso indicadores de cuáles son los lotes que más interesan, las ofertas que nos hacían”, ejemplificó Miretti.
Para todo esto, señaló que es esencial haber logrado que el 100 por ciento del rodeo esté identificado con caravana electrónica.
“Es mucho más fácil el manejo, sobre todo cuando hay tanto hacienda propia como de terceros: se puede agruparla por capitalizador, por peso, por el indicador que se prefiera”, añadió.
Desde su punto de vista, en la ganadería de hoy “es fundamental pensar en el ecosistema agtech para dar un salto en la producción, similar al que ocurrió con la siembra directa en la agricultura”.
Más forraje
El otro caso testigo que se mostró en la JAT del Crea Córdoba Norte fue el de la familia Costamagna, propietaria de un campo de cría en la zona de Cruz del Eje y de un feedlot ubicado en medio de un campo agrícola en Colonia Caroya.
El productor Martín Costamagna, señaló que el objetivo que persiguen es “comerse todo el maíz”; es decir, que el 100 por ciento de la producción se transforme en carne y no comercializarlo tranqueras afuera.
En ese camino, una de las innovaciones es un doble cultivo de maíz para picado dentro de una misma campaña: en un campo bajo riego, los híbridos tempranos se pican en enero, y sobre eso se implantan tardíos que se transforman en forraje en el inicio del otoño.
“Con el feedlot como nuestro principal cliente, estamos aplicando una técnica diferente: el maíz húmedo. Tenemos menores mermas de cosecha, liberamos los lotes antes, no vemos espigas en el piso. Son procesos cada vez más eficientes y con los que buscamos ganar más kilos”, expresó Costamagna en la jornada.
Tras observar que los resultados también fueron buenos para el trigo y la soja posteriores, manifestó que ahora están buscando más variedades que se adapten a las fechas de siembra, sobre todo porque deben cuidarse de las heladas en las dos puntas: tanto en la siembra primaveral como en la otoñal.
El productor ganadero coincidió en que las inversiones en tecnologías como la caravana electrónica y el pesaje individual son claves.
“Permiten procesar y conocer el desarrollo de cada animal dentro del corral, y luego se puede llevar la información a nivel de tropa, analizarla por año, período, y evaluar cómo cada variable influye en el proceso”, argumentó.