En medio de un nuevo temporal de lluvia y viento y en el marco de una inundación que no da tregua en la Provincia de la Pampa, diversos especialistas convocados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) se dieron cita el 28 de septiembre en la localidad de Embajador Martini para transmitir a los productores algunas herramientas para atravesar el mal momento con la menor pérdida posible.
Incluso por cuestiones climáticas, la jornada a campo que iba a realizarse íntegramente en el Establecimiento «Los Dos Pinos» de la Cooperativa Agrícola local, debió trasladarse a último momento al club del pueblo, dadas las precipitaciones que terminaron de anegarlo.
No obstante, más de 300 productores de la zona se dieron cita en el evento que sirvió para poner el foco en temas específicos de alto impacto: manejo del agua, reservas forrajeras y parasitosis.
«Los productores están muy golpeados económicamente pero con el espíritu intacto», sostuvo Ulises Forte, Presidente del IPCVA. «Cuando el agua baje va a venir lo peor y los productores tendrán que trabajar fuertemente con el INTA para atravesar la coyuntura».
Forte, vecino de la zona y con su campo también inundado, aseguró que, además, es menester encarar obras de infraestructura con los distintos gobiernos ya que «el productor que tiene un 50% de su campo bajo el agua tiene aún una parte productiva, pero necesita caminos para llegar».
«Cuando pasan estas catástrofes se gana la mitad de dinero, en el mejor de los casos, y se gasta tres veces más, por lo que también tiene que aparecer rápidamente el crédito», agregó.
«No se puede dejar esto en manos del mercado porque no queda ningún chacarero en pie y se cae la economía de los pueblos. Tampoco tiene que ser un «Estado bobo». Es necesario que se otorguen créditos a largo plazo pero orientados y fiscalizados», concluyó.
Por su parte, Horacio Alochis, miembro del Consejo de la Administración de la Cooperativa Agropecuaria de Embajador Martini, aseguró que dentro del panorama desolador «lo bueno es que los productores de la zona no estaban endeudados y todavía no se cortó la cadena de pagos».
Pese a ello, la situación climática que afectó fuertemente la producción de la cooperativa (ver aparte), trajo también un gran atraso al pueblo. «Cayó la producción de cereal, el acopio no es el mismo. Hay que mantener una infraestructura, pagar sueldos», enumeró, sabiendo que lo peor aún está por venir ya que, como temen todos los productores, la situación más dramática se dará cuando baje el agua, ya que los suelos quedarán salinizados y con bajo fósforo lo que llevará a que se tenga que replantear todo el esquema productivo de la región.
Tirar el achique
«No queda otra: después de la inundación hay que arrancar todo devuelta, desde cero», aseguró Pablo Cattani (asesor privado), uno de los disertantes de la jornada. «No queda otra», agregó, «hay que recurrir al INTA, a los técnicos de la zona y ver cómo comenzar a corregir los suelos».
«Seguramente no se podrá sembrar alfalfa, pero habrá otras opciones, quizás festuca, o raigrás, o lo que sea hasta que pueda volver a la alfalfa, pero no hay soluciones mágicas, se tiene que empezar otra vez de cero», sostuvo.
De acuerdo al especialista, los productores no deben «autocompadecerse, porque la pena no va a ser menor y va a ser pena en tanto la dejemos que sea pena. Hay que reconvertir la cabeza, concentrarse y arrancar. Esta situación nos obliga a concentrar superficie. No tenemos otra».
Según Cattani, se perderá el engorde de los terneros pero hay que planificar y trabajar ya mismo para las camadas siguientes. «Trabajamos en un medio vivo y no nos podemos preguntar por qué nos pasó esto. Simplemente pasó. Hay que mirar hacia adelante y ajustarse. Son cosas que pasan y van a seguir pasando. Antes estaban las condiciones productivas pero no las condiciones de mercado. Ahora están las condiciones de mercado pero falló el clima».
La única opción, para el técnico, es «ajustar» ya que «el problema no es el agua ni la humedad sino la superficie que se achicó. Con más novillos en menos superficie hay que trabajar muy bien dos aspectos: aumentar los kilos producidos de biomasa por hectárea, aumentar la densidad de siembra en los cultivos en los que se pueda, y después de eso cosechar en el momento en que el forraje tenga la mayor digestibilidad posible para tratar de pasar la mayor cantidad de kilos de alimento a cada animal y que ese animal gane kilos en el menor tiempo posible, rotar capital y en menos superficie producir la misma cantidad de kilos que se venía produciendo». Ojo con las lombrices Pedro Steffan, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, se refirió a la problemática de las parasitosis en épocas de inundación, un tema que no suele ser tenido tan en cuenta. Según sus palabras, las zonas inundadas presentan una situación muy complicada porque los animales se concentran en superficies muy reducidas y ese hacinamiento hace que las áreas donde están pastoreando tengan alta infectibilidad por lombrices. «Esto se da no sólo por el bosteo sino porque la alta humedad favorece el traslado de los parásitos a las pasturas y el riesgo de infección aumenta considerablemente», aseguró el especialista.
«Es necesaria una vigilancia permanente, hay que hacer diagnósticos, analizar la materia fecal permanentemente para ver cómo evoluciona y utilizar drogas que puedan tener cierta persistencia», agregó. Además recomendó a los presentes analizar el esquema de los tratamientos y priorizar las categorías más jóvenes ya que «las vacas aguantan un poco más y tienen más resistencia».
«El hacinamiento, el estrés y el bajo nivel nutricional son peligros muy importantes. Es como tener a los animales en una terapia intensiva», sentenció. «Hay que extremar las medidas ahora porque de lo contrario, cuando se vaya el agua nos vamos a encontrar con animales desnutridos y animales muertos».
También es necesario controlar los parásitos externos, recomendó, «porque si bien estamos saliendo de la época de mayor afección de los piojos y la sarna, esta situación de estrés y hacinamiento hacen que las condiciones de infección continúen en el tiempo y hay que tener mucho cuidado porque las complicaciones se pueden agravar muy rápidamente». Chau al maíz Las recomendaciones para el manejo del agua, en tanto, estuvieron a cargo de Cristian Álvarez, técnico del INTA General Pico, que comenzó asegurando que «hay que empezar a cuantificar las principales limitantes.
El productor debe ver si tiene anoxia, asociada napas muy cerca, que es una característica de la zona, napas que hoy están en promedio a 50 centímetros». «Una cosa es mirar la napa, pero además hay que ver qué calidad tiene esa napa, con mediciones vinculadas a PH y conductividad, que son las variables más sensibles que podemos evaluar rápidamente», agregó. El técnico también sugirió a los productores realizar análisis más específicos para ver qué tipos de sales y qué calidad de sales tienen esas napas y, de esa forma, saber cuáles son los cultivos posibles.
«Hay cultivos muy sensibles a las sales y los encharcamientos, por ejemplo el maíz, que es uno de los que más se hace en la zona», aseguró. «Hay que pensar en otros, como el girasol, el sorgo, la soja o el monotrigo, aunque también se puede ir al mijo o la moha que pueden ser alternativas desde el punto productivo». Además, sostuvo Álvarez, hay que planificar cómo van a ser los ciclos siguientes. «A mí no me preocupa tanto esta campaña sino saber cómo vamos a seguir -agregó-, porque hay zonas de esta región con suelos arenosos y hay que comenzar a manejar variables de riesgo hídrico con planificación a largo plazo. En la zona va a haber que trabajar en recomponer la cadena forrajera y la cadena de granos».
«Hay que estar atentos a tres variables», concluyó, «los problemas de compactación, el PH de la zona que ha bajado mucho y los niveles de fósforo que también han caído». Pese a la lluvia, por la tarde los asistentes pudieron realizar las dos recorridas a campo previstas en el programa: «Silo picado de planta entera de maíz» y «Tolva de autoconsumo». Durante la jornada, además, disertaron Gustavo Hecker, administrador del establecimiento, Jorge Torelli (Unión de Industrias Cárnicas Argentinas), Adrián Bifaretti (IPCVA) y Sebastián Riffel (asesor privado).