La semana pasada se activó el mecanismo que llevó el arancel chino para la carne vacuna de Australia al 12%, que es el nivel general.
El acuerdo de libre comercio entre ambos países estableció un cronograma descendente del arancel a la carne australiana hasta 2024, cuando desparezca. En 2020 correspondía el 4,8%. Pero también se incluyó una cláusula de salvaguardia que establece que, si en 2020 se sobrepasaba el nivel de 180 mil t, el arancel volvía al nivel general. Esto es precisamente lo que sucedió hace unos días. Ahora, deberá esperar hasta enero para que el arancel vuelva al nivel contemplado en el acuerdo bilateral.
Desafortunadamente para Australia, se dio cuando el país tiene uno de los precios de la hacienda más altos del mundo, lo que la complica aún más el negocio.
A la par, ambas naciones mantienen una disputa diplomática desde hace un par de meses, a raíz de la postura de Australia de reclamar abiertamente una investigación objetiva e independiente sobre el origen del coronavirus que afecta actualmente a casi todo el mundo.
Esto puede confundir a algunos analistas, que vean este ajuste arancelario en el marco de esa pelea. Ciertamente, no es así.
Sin embargo, la deshabilitación de las cuatro principales plantas exportadoras de carne vacuna a China sí parece teñida por esa situación política. Esa medida se tomó en la primera parte de mayo y el gobierno australiano está preparando una presentación para reclamar y pedir explicaciones por el asunto.
No obstante, los datos de las exportaciones australianas de mayo, recién publicados, muestran niveles de ventas a China similares a los de abril.
Esto podría ser tomado como que no hubo daño como consecuencia de esa medida sanitaria.
Pero, por otra parte, al repararse que tanto Brasil como la Argentina mostraron aumentos sensibles entre abril y mayo, puede colegirse que Australia se perdió de incrementar sus ventas, para beneficio de sus competidores.