Sin embargo, es la menos consumida en América Latina con unos 11,4 kg/persona/año, seguida de la de bovinos con uno 26,1 kg/persona/año y la más consumida que es la de pollo con unos 33,2 kg/persona/año.
La evolución en la alimentación y en la genética, cambiaron la constitución corporal de los cerdos.
La carne de cerdo es la carne más consumida en el mundo con 15,5 kg/persona/año, seguida de la carne de pollo con un consumo de 14,1 kg/persona/año y la de bovino con un consumo de 9,4 kg/persona/año.
Sin embargo, es la menos consumida en América Latina con unos 11,4 kg/persona/año, seguida de la de bovinos con uno 26,1 kg/persona/año y la más consumida que es la de pollo con unos 33,2 kg/persona/año.
El cerdo evolucionó mucho en los últimos 50 años en 1960 tenía alrededor de un 48% de carne de carne magra con unos 6 centímetros de grasa dorsal, se estima que para el 2012 alcanzó el 60% de carne magra con un (1) centímetro de grasa dorsal.
El 70% de la grasa de la carne de cerdo está localizada debajo de su piel, el 28% está localizada intermuscularmente y entre los órganos y el 2% restante está localizada intramuscularmente.
En los últimos 50 años la carne de cerdo se ha vuelto más saludable con un 55% menos de grasa, un 58% menos de grasa saturada, con un 22% menos de colesterol y un 37% menos de calorías.
Estos resultados han sido logrados por el esfuerzo y trabajo realizados en los últimos 50 años por las diferentes empresas de genética porcina en todo el mundo.
La composición de la grasa de la carne de cerdo está representada con un 67% de grasa deseable (grasa insaturada) las cuales son muy líquidas en la temperatura ambiente, disminuyen la cantidad del colesterol en la sangre y está compuesta de ácido linoleico y ácido oleico y con un 33% de grasas indeseables (grasa saturada) siendo estas muy duras en la temperatura ambiente, aumentando la cantidad de colesterol en la sangre, está compuesta de ácidos esteáricos y ácidos palmíticos.
En lo que respecta a los minerales, es destacable el aporte de fósforo, hierro, sodio y potasio en la carne del cerdo.
100 g de carne porcina suplen las necesidades diarias de 60% de Tiamina, 40% de Vitamina B12 y 20% de las demás carnes.
Los productos cárnicos van a aportarnos especialmente vitaminas del grupo B, cubriendo gran parte de las necesidades diarias. Estas vitaminas, entre otras muchas funciones, destacan por su participación en el correcto funcionamiento del sistema nervioso (B1, B3 y B6 entre otras) e inmunitario (B6 y B12).
Además, en cuanto a los minerales más relevantes, destaca su aporte de hierro en productos como el jamón serrano y el jamón cocido y de zinc.
Concretamente, con un consumo de 100 gramos, el jamón cocido aporta hasta un 37% de las ingestas diarias recomendadas de proteínas, el 15% en el caso del hierro y el 28% en el caso del zinc. Si hablamos del jamón serrano, estos porcentajes serán del 62%, 16% y 22%, respectivamente.
En cuanto a las vitaminas del grupo B, presenta de 8 veces más de Tiamina (vitamina B1) que el resto de las carnes y es una buena fuente de vitaminas B2, B3, B6 y B12, de los cuales la Vitamina B1 cubren valores del 42 % para el jamón cocido y el 52% en el caso del jamón serrano.
Los cortes magros de la carne de cerdo, como el lomo, suponen una buena fuente de proteínas con bajo aporte de grasas, luego pueden formar parte de una dieta hipocalórica.
En este sentido, se recomienda cuidar el tipo de cocinado, evitando aquellos métodos que incluyan grasas. Así, la plancha y la parrilla constituyen dos opciones adecuadas en este caso. Además, ha de evitarse la adición de salsas u otras grasas en exceso.
La carne de cerdo es el alimento ideal para prevenir los problemas del sistema nervioso y se ha convertido en el centro neurálgico en la dieta y en la nutrición saludable de las personas.
El consumo de la carne de cerdo cada día es más segura.
La producción de cerdo en el mundo es cada día más segura, debido entre otra cosa por los procesos de buenas prácticas de producción relacionados con la inocuidad y la salubridad que se practican en las explotaciones pecuarias.
Los controles, el establecimiento y seguimiento de estas prácticas aseguran que los productos cárnicos de origen porcinos sean cada día más seguros para el consumo humano.
Programas integrados de manejo y control de la salud de los cerdos tales como: vacunaciones contra las principales enfermedades que se encuentran en la granja, en la zona y/o en el país, entre ellas las zoonóticas, controles de los parásitos internos y externos de acuerdos a los diagnósticos realizados en la granja, uso y control de antibióticos y de agentes biológicos, los programas de bioseguridad, proporcionan garantía sanitaria e inocuidad de los productos y subproductos derivados de estos.
Por lo que, los consumidores estarán recibiendo y consumiendo carne porcina con los más altos estándares de controles de higiene y controles de calidad.
Es importante destacar que si bien es cierto que existe la posibilidad de que la carne pueda contener bacterias como la Echerichia coli y salmonela entre otras, no menos cierto es que las mismas se eliminan cuando las carnes son bien cocidas con una adecuada temperatura.
El volumen de la carne determina el tiempo necesario para alcanzar la temperatura adecuada para matar las bacterias que pueden causar enfermedades. La temperatura segura varía en cada tipo de carne ya que las bacterias no son siempre las mismas.
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) recomienda cocinar las hamburguesas de carne de cerdo hasta que alcancen los 160°F. Los cortes de cerdo como las chuletas o el lomo deben cocinarse hasta los 160°F (a punto) o los 170°F (bien cocido).
Teniendo en cuenta estas características, la carne de cerdo es un producto recomendable en el contexto de una alimentación saludable y equilibrada.
Por su bajo contenido en colesterol, teniendo el lomo apenas 58 mg frente a los 71,9 mg del pollo o los 76 mg de la paleta cordero, es una carne adecuada para prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y mantener bajos los niveles de triglicéridos.
Dependiendo del tipo de corte, puede ser objeto de dietas destinadas a prevenir problemas nutricionales como la Obesidad, Hipertensión y Anemia.
La clave está en saber qué partes del cerdo elegir, como el lomo o el solomillo, y cocinarlas de manera sana dentro de una dieta equilibrada.
Consumiendo carne de cerdo estará disfrutando de la mejor carne blanca, exquisita, de sabor inigualable y saludable. Atrévete a consumirla más frecuentemente.