“La vertiginosidad de los cambios en la economía argentina complica cualquier intento de análisis de la coyuntura”, dice el boletín de Resultados Económicos Ganaderos de la Secretaría de Agroindustria de septiembre. A continuación, transcribimos los puntos centrales del informe.
En agosto, con tipo de cambio en 30 pesos, hubo una relación compra venta inusualmente alta, precios del ternero similares a los de un año atrás y de la hacienda gorda en constante ascenso, aún con faenas también en alza. Los resultados de la cría estaban tan estancados como el precio del ternero, aunque de alguna manera sostenidos por el precio de las vacas. La invernada aprovechaba el ternero barato pero estaba complicada con el precio del maíz y de otros insumos como combustibles, energía, fertilizantes, etc. Los feedlots tenían malos resultados pero altos niveles de ocupación. Aumentaban las exportaciones, pronosticándose un total anual por encima de las 500 mil toneladas equivalentes res con hueso.
En septiembre se modificaron unas cuantas cosas. Una nueva corrida llevó el dólar a los 40 pesos y a las proyecciones de inflación anual por encima del 40% (recordemos que a principios de este año se esperaba un 15% anual). Comenzó a despegar el precio del ternero, arrastrando a la vaquillona preñada. La oferta de carne se retrajo por la incertidumbre reinante, sosteniendo los precios de la hacienda gorda. Se introdujeron retenciones a todos los productos exportables (equivalentes al 10/12 % para carne, trigo y maíz y alrededor de 28% para la soja). Las exportaciones cárnicas siguen firmes, a pesar de haber comenzado a declinar la oferta de vacas y de la drástica reducción de los reintegros (entre 0,5% y 1,5%).
Aunque es sumamente difícil hacer proyecciones, ni siquiera a corto plazo, se espera para los próximos meses una incipiente competencia entre el consumo y la exportación que permitiría sostener los precios de la hacienda terminada. El peso medio de faena, que está aumentando, hace posible inferir que se están faenando más novillos y vacas y menos terneros. Sin embargo, la recesión y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios frente a la inflación, no permitiría al consumidor convalidar nuevos aumentos de precios.