Por Javier Confalonieri, médico veterinario
Desde hace ya varios años que el tema que vamos a tocar dejó de ser exclusivo de la época del año en la que estamos. Ahora, el problema se agravaba en los meses venideros y se ha extendido a prácticamente todas las épocas. Se trata de las miasis, bicheras o gusaneras.
Lamentablemente, cada año que pasa es un año durante el cual la aparición de esta etiología se prolonga en el tiempo. Hoy en día, prácticamente, el problema solo merma durante los meses de junio, julio y agosto. Es decir, que solamente durante el invierno, frío mediante, disminuye la cantidad de moscas en el medio ambiente y, por consiguiente, disminuyen las bicheras.
El gran problema que enfrentamos es la falta de respuesta por parte de los medicamentos que antes nos proporcionaban una solución. Y esto está apuntado: por la falta de control de las gusaneras en el tiempo, los remedios se han quedado sin poder residual (término que se usa para definir el tiempo que sigue actuando el principio activo del medicamento, ejerciendo su acción curativa o preventiva, luego de ser aplicado), y las resistencias de estas enfermedades cada día son mayores.
Hace varios años sabíamos que el uso de las Ivermectinas primero y de la Doramectina, después, nos ofrecían una protección de alrededor de 18 a 21 días sin que se produjera una nueva miasis. Tiempo más que suficiente para que cerrara un ombligo o curara una herida. Los aerosoles mismos, hoy en día no ofrecen una capacidad de prevenir la colocación de huevos nuevos más allá de las 24 horas.
Bichera de ombligo, un problema sanitario típico.
Recordemos que este es un proceso muy dinámico, un ciclo biológico sumamente ágil. Desde que la mosca pone sus huevos (queresa), hasta que se convierten en gusanos, pasan de 14 a 18 horas comenzando su proceso de destrucción de tejidos, facilitando la entrada de enfermedades secundarias -mediadas por bacterias- y provocando además una situación de stress que disminuye el sistema inmunitario. Los próximos 5 a 6 días, que es el tiempo de permanencia de esos gusanos en la herida, ombligo, piel, etc., se dedican a destruir e infectar los tejidos cútaneo y muscular.
Por esto es que es tan necesaria una correcta vigilancia por parte de los recorredores y personal de campo, puesto que un ternero que estaba “bien” a la mañana, a la tarde ya puede estar “abichado”.
Hay que tener presente que no todas las miasis son iguales o están provocadas por la misma clase de moscas. Sin ahondar demasiado en el tema, se debe tener en cuenta, por ejemplo, a la causada por la Dermatobia hominis (mosca grande con abdomen color azul metálico), que para actuar necesita de otro insecto, como ser los mosquitos. Ellos son los encargados de llevar los huevos de la mosca, que entran por la piel y se desarrollan en el subcutáneo, produciendo lo que se conoce como miasis forunculósa. También afecta al hombre, por eso es su nombre.
El nombre de la mosca que nos causa el problema en los ombligos de los terneros es Cochliomya hominivorax, y es de color verde a verde azulado.
También es bueno tener siempre presente que afecta a todas las especies de animales domésticos y que en algunos casos, estas bicheras no son visibles ni presentan su olor característico, como ser el gusano de la nariz de los ovinos, Oestrus ovis, cuyo síntoma visible es un exudado espeso y purulento por las fosas nasales, tos, estornudos, animales inquietos y estresados que ven comprometido su engorde o la producción de lana, e incluso la muerte. O el caso del Gasterophilus, que afecta a los equinos y actúa en al aparato digestivo del animal, llegando a producirle síndrome cólico a los equinos infectados. En este caso, solo se pueden observar los huevos de las moscas pegados a los pelos del caballo en la zona del cuello, pecho, etc.
Son dos ejemplos de las llamadas miasis cavitarias.
Por suerte, o no -el tiempo lo dirá y, fundamentalmente, el uso responsable por parte de los productores y asesores-, se ha lanzado al mercado en los últimos días dos productos nuevos, ambos de laboratorios de primera línea, que en teoría vuelven a tener un poder residual elevado, garantizando una mayor protección y dando el tiempo necesario para curar heridas y luchar contra las moscas. Espero que los sepamos usar, porque mucho más no hay.
Recordar que siempre al curar una bichera hay que sacar los gusanos, con pinza de ser posible, sin reventar los gusanos ya que tienen sustancias que provocan irritación y alergia. De lo contrario, el animal se va a rascar, lo cual no deja cerrar bien la herida y lleva a que las moscas estén más tiempo dando vuelta. Revisar las bocas de los terneros con bicheras de ombligo, ellos se lamen y llevan los gusanos a la boca.
Otra recomendación es el uso de antibióticos como terapia preventiva para evitar infecciones secundarias que nos pueden llevar a perder el animal. Y no hacer maniobras de manejo innecesarias en estas épocas.
Fuente: El Clarin