Frente a estándares de producción cada vez más exigentes y la responsabilidad que se le atribuye a la ganadería respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI); la actividad se enfrenta a grandes desafíos que le permitan continuar siendo sostenible en el tiempo. Ante los pedidos de algunos sectores de disminuir la producción ganadera para reducir el impacto que la misma genera en cambio climático, especialistas de todo el mundo trabajan en mediciones y desarrollos que la optimicen.
Al respecto, un trabajo de investigación coordinado por un equipo técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) junto a profesionales de la Universidad de Zaragoza (España), afirma que existe un gran potencial mitigador de los GEI trabajando en “el buen manejo del rodeo bovino y la implementación de un sistema de producción eficiente”.
Equiparada muchas veces con las emisiones de metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y dióxido de carbono (CO2) generadas por las industrias o el transporte, la ganadería ve en los resultados de este trabajo un doble beneficio ya que “dependiendo de la tecnología que aplique el productor puede haber, en promedio, un 30% menos de emisiones”, explicó María Isabel Nieto, investigadora en la Estación Experimental Agropecuaria Catamarca. La científica del INTA también indicó que, mientras se aplique un mejor manejo, “el sistema productivo emite menos GEI y obtiene una mayor producción de carne”.
¿Pero cómo llegamos a los rindes del animal? En este punto, Nieto reparó en que la liberación CH4, producido por el sistema digestivo de vacas y toros durante la fermentación del alimento que consume, se traduce en una pérdida para los productores. “La energía ingerida como alimento se pierde en forma de metano, en vez de ser asimilado por el animal y utilizado para la producción de carne o leche”, profundizó.
«El sistema cría es el principal contribuyente de la mayoría de los impactos ambientales analizados”, aclararon desde el INTA. Aquí repararon en que los sistemas extensivos, pastoriles o de ganadería tradicional son los que presentan un “mejor rendimiento ambiental”, en comparación con los sistemas intensivos. Esto se debe a que, tal como arrojó el trabajo realizado por el Grupo de Productores del Sur (GPS) en 2020, este sistema no solo mejora los niveles de secuestro y retención de carbono y nitrógeno, sino que también aumenta la la eficiencia de reciclado de nutrientes.