Hubo momentos de emoción, cuando el martillero arrancó la subasta. Es que para la localidad y para toda la zona, esos corrales supieron contar historias de progreso y pujanza. Y ese gradual abandono que había sumido a las instalaciones en un yuyal, era una espina clavada en todos aquellos que querían volverla a la vida.
La tradicional música de vacas mugiendo al unísono, y de peones montados chiflando para exhibirlas en la pista, se había ido apagando, hasta alcanzar un decrépito y estruendoso silencio que duró más de dos décadas.
Una apuesta valiente
Para Carlos Galetto, el lugar era un diamante en bruto. Con la mirada de un visionario supo ver más allá del óxido de los alambrados y las enredaderas en las tribunas, y decidió emprender un sueño. Pero no podía hacerlo solo, sabiendo que apelando a los locales podrían juntos sacar aquella espina tan dolorosa.
«La iniciativa llegó por un llamado de los integrantes de la Cooperativa «El Progreso», pero como estábamos haciendo frente en las instalaciones de Matilde, no podíamos abarcar a las dos. Pero una vez que nos afianzamos allá, volvimos a llamarlos para ver la posibilidad de arrancar», recuerda. Según Galetto, ahí empezó a tomar forma el proyecto. «Firmamos un contrato conmigo como particular, y yo a la vez subalquilo a la Cooperativa de Humberto Primo acá en la zona», dice en referencia al contrato por 30 meses con opción a 30 más. «Empezamos hace 4 meses a trabajar en la puesta a punto del predio. La inversión ronda el millón de pesos, que tuvo como prioridad recuperar lo más deteriorado, que era la parte de los corrales, los postes, las varillas y las tablas para cercados». Para hacerlo, contrataron mano de obra de la zona, aunque tercerizaron la parte pintura y electricidad. «Pusimos una balanza electrónica nueva», agrega.
Galetto reconoce que fue mucho trabajo y que contó con gran apoyo local. «Se hizo con trabajo nuestro pero con la ayuda inestimable de todos ellos, especialmente Gabriel Micheloud y toda la gente, ya que cada vez que necesitábamos algo estuvieron, igual que la comuna. Estuvimos bien secundados», reconoce.
Crisis y oportunidades
Consultado por Campolitoral acerca de los fundamentos de semejante apuesta, reconoció que la ganadería es una actividad de largo aliento. «Tal vez no es momento para invertir, pero uno ve las oportunidades en los momentos de crisis: esta es una zona con un muy buen potencial ganadero, y faltaba una firma comercial local para que los productores no tengan que viajar y pagar fletes caros», explicó.
Y el remate le dio la razón. «Esto se vio con la buena calidad de hacienda presentada y la cantidad de gente que vino, una gran convocatoria, que respetó todos los protocolos necesarios».
En cuanto a lo que se viene, adelantó que proyectan hacer un remate mensual «y si de acá a un tiempo tenemos que hacerlo cada 15 días bienvenidos sea» se entusiasma.
Galetto manifiesta que el proyecto es extender el trabajo para llegar a nuevos clientes de la mano de los productores de la región. «Que sea rentable para nosotros y para quienes confían en nuestro trabajo».
Respecto a la actualidad, sostiene que en el consumo interno ve mucha incertidumbre y nada más, por la caída del poder adquisitivo. «La relación carne consumo no será buena, pero lo levanta la falta de hacienda gorda por el excesivo aumento del maíz». Pero como contrapartida destaca el impacto chino. «El tema exportaciones no tiene techo, más con un gigante como China que cada vez consume más carne de todo tipo».
El valor del respaldo
En cuanto a la convocatoria, insistió en que tuvieron una gran respuesta de los frigoríficos y compradores «que ya nos conocen y nos siguen». Y agregó que tuvieron mucha demanda de hacienda de consumo porque hay poco «gordo» dando vueltas. Además, la vidriera se completó con el aporte de dos cabañas: «La Distinta» de Colombero (Braford de San Francisco) y «Don Rubén» de Rubén Madoery de Matilde con sus Brangus, que vendieron todo. «Si tengo que sacar conclusiones, fue una muy buena jornada, obvio con cosas por mejorar. «El antecedente de 22 años parado hizo que la gente se fuera yendo del lugar; eso es lo importante, destaco la cantidad de hacienda en un lugar que era un cementerio, es un montón volver a meter 423 animales es un montón». Es un orgullo enorme para Aguiar que esta feria con tanta historia que pueda reabrir sus puertas, es hermoso y muy importante para el pueblo».
Un predio con historia
La Cooperativa «El Progreso» ya había retomado sus actividades hace algunos años. Fundada en 1952, y después de un periodo de acefalía, la institución buscó rescatar el espíritu de sus socios fundadores «no solo con actividades ganaderas sino de servicios en general, venta de combustibles, implementos e insumos agropecuarios», precisó oportunamente Miguel Amherd. Es que históricamente, esos remates abastecían no sólo a Aguiar, sino a Monte Vera, Candioti, Campo Andino, Laguna Paiva y Nelson.
Según Amherd, con la implementación de todos los protocolos aprobados, «cumplen un sueño por el que vienen luchando hace muchos años, relacionado con la posibilidad de comercializar hacienda a pequeños productores sin la necesidad de pagar altos costos de traslados y buscar incentivar a las nuevas generaciones para que apuesten al trabajo en el campo para evitar el desarraigo y la pérdida de costumbres rurales tradicionales».
Con lágrimas de emoción, Gabriel Micheloud reconoció el logro que significó volver a abrir las puertas. «Esto estuvo más de 20 años cerrado, y hoy a más de uno se nos escapó una lágrima porque hay acá hay mucho trabajo, muchas discusiones que hemos tenido para poder lograrlo, trabajando juntos. Esto es un beneficio para el pequeño productor de la zona, para que tenga un lugar donde comercializar con poco flete, y que de esa forma pueda negociar con otras condiciones».
