La sociología instauró una división entre las nuevas generaciones. Así, delimitó a la Generación X, que son aquellas personas nacidas entre 1961 y 1979, que a la vez son hijos de los “baby boomers” -nacidos entre el final de la Segunda Guerra Mundial y 1960-, y padres de los millenials o de la Generación Y (nacidos entre 1980 y 1993 aproximadamente). A estos les siguen los centennials, nacidos entre 1994 y 2010.
Esa fue una división clave para el estudio del consumo, contó en exclusiva con Radio Campo, por Radio Colonia, desde Quimilí -en Santiago del Estero- Eugenia Brusca, miembro de la Jefatura de Promoción Interna del IPCVA, que advierte que el Instituto comenzó a catalogar a sus consumidores según su generación.
¿Cómo cambia la demanda de carne vacuna? Los millennials se criaron con un modo familiar que marcaba una relación totalmente opuesta con la carne en comparación con la que tenían generaciones anteriores.
Aquí lo inmediato y lo rápido, sumados a la euforia que se vive día a día, hace que esa comida sea diferente. Es que el millennial demandará que se haga rápido, en cinco minutos, y tiene una cultura de llevar su comida en algún recipiente en la mochila.
Esa inmediatez llamó al Instituto, como proveedor o promotor, a leer estos diferentes momentos y suplir de a poco esas demandas. “Tenemos que tener en cuenta la inmediatez, generar valor agregado y dejar de vender un commodity como veníamos haciendo, eso va a marcar una diferencia con la demanda centennial”, dijo.
Esta generación de los nacidos en la segunda mitad de los ´90 y hasta 2010, por lo general, no cuentan aún con independencia económica, y por eso no deciden directamente sobre sus formas de consumir, o no realizan el acto de compra.
Pero, ¿consumen menos carne vacuna? No, la consumen en menores cantidades por comida pero mucho más seguido en la semana, porque –tal como el millennial- sigue viendo a la carne vacuna como un momento de encuentro.
Por eso, para Brusca lo fundamental es agregar valor, para atender a esa demanda de dejar de comprar el asado de tira y pasar a adquirir etiqueta, procedencias, y suplir a ese consumidor nuevo que quiere saber cuál es el origen del producto.
¿Qué tiene que hacer la cadena para adaptarse?
Desde la producción, yendo de la cría a la carnicería, la base es saber hacia dónde vamos. Sin embargo, el gran salto se dará a través de la industria. Otros oferentes de proteínas cárnicas, como la carne aviar, han sabido leer eso.
“Nosotros venimos un pasito atrás en ese sentido, pero podemos adaptar el know how de otro países y eso nos va a hacer saber desarrollar esa nueva industria y suplir esa demanda contínua en el corto y mediano plazo”, concluyó.