Inteligencia artificial, internet de las cosas, big data; términos hasta hace poco reservados para la informática o la electrónica, hoy comienzan a aportar modernas soluciones a la ganadería.
“Estas tecnologías vienen a solucionar el atraso relativo que tiene el manejo, en relación a otros pilares de la producción como la nutrición o la genética”, dijo a Valor Carne, Cristian Feldkamp, Director Ejecutivo de CREA. Y agregó que “se está empezando a generar un sector intensivo en datos, gracias a que el avance tecnológico puso a disposición una gran cantidad de sensores a muy bajo costo, que permiten crear herramientas hasta hace poco impensadas para la ganadería”.
En esa línea trabaja Farmin, empresa incubada por el departamento de Investigación y Desarrollo de CREA, que desarrolla redes inteligentes de sensores para el campo. La afirma, acaba de lanzar al mercado un sistema automático de pesaje de animales que brinda información diaria sobre la hacienda.
“Elegimos la ganadería porque es un sector con mucho potencial y menor adopción de tecnología. Decidimos empezar resolviendo este tema clave, ya que hoy se pesa de una manera ineficiente, con poca frecuencia, y el propio procedimiento genera un impacto negativo en el engorde de los animales”, sostuvo Ignacio Albornoz, CEO de la compañía creada a mediados de 2016 como una startup tecnológica, y que hoy cuenta con ocho socios provenientes de diferentes disciplinas, incluyendo un agrónomo, un físico y un desarrollador de software.
Con el sistema de Farmin, la hacienda se pesa sola cuando va a tomar agua, y la información se transmite a una base de datos que le permite al ganadero medir la evolución individual de cada cabeza, sin modificar las pautas de manejo, ni tener que llevarlas a la balanza.
La instalación es sencilla: se colocan caravanas electrónicas a los animales, balanzas en el lugar donde van a beber agua y antenas para captar y transmitir los datos del peso y de la hacienda. A distancia, una computadora recibe, procesa y retransmite la información al celular del usuario.
“Cuando el animal tiene las cuatro patas sobre la plataforma, las antenas leen la caravana y recopilan los datos. El problema a resolver fue cómo diferenciar el peso de cada animal ya que, generalmente, hay varios individuos subidos al mismo tiempo”, contó Albornoz.
La solución llegó aplicando la inteligencia artificial. “Al ingresar varias veces por día, en cada ocasión van haciéndolo con distintos acompañantes. Con esta base, desarrollamos un algoritmo que procesa los datos de todas esas oportunidades, logrando individualizar a cada ejemplar, hasta obtener el peso del mismo”, explicó.
Otra complicación, es que el animal puede ingerir 30 litros de agua de una vez, generando un aumento circunstancial del peso. “Al tener su evolución histórica, el sistema informático aísla este tipo de variables y los datos diarios incompatibles se eliminan hasta obtener tres o cuatro datos validados por semana de cada individuo”, agregó.
Para Albornoz, “el valor de esta herramienta está en la cantidad de decisiones que el productor puede tomar sobre la marcha”. En ese sentido, esta pesada automática permite medir la conversión de forraje en carne, saber con anticipación en qué momento y con qué peso se va a terminar la hacienda y qué nivel de heterogeneidad tiene una tropa, pudiendo hacer cambios de dieta de ser necesario.
También permite establecer si los animales no están yendo a tomar agua, que puede ser por alguna razón sanitaria o cuánto stock tiene un establecimiento en términos contables. “Una serie de informaciones que hoy es muy difícil obtener o se alcanza con menor precisión”, aseveró.
En la búsqueda de más soluciones, entre los próximos pasos figuran agregarle cámaras a la balanza para evaluar la condición corporal de los animales y saber si están terminados. También están diseñando un sistema de monitoreo de pasturas que combina imágenes satelitales y sensores locales, de mayor precisión, para conocer qué disponibilidad de materia seca hay en cada lote, de manera actualizada.
Atentos al celo
CTM Data es otra empresa que acerca a la ganadería tecnologías surgidas de otras actividades. Sus fundadores son Guido Buscetti, Martín Ríos y Matías Prieto, tres jóvenes que se conocieron estudiando Ingeniería Electrónica en la Universidad de Buenos Aires.
Juntos desarrollaron un collar que mediante la captación del movimiento de la vaca infiere en qué momento va a entrar en celo o si está sufriendo algún problema o enfermedad. Entre otros datos, los sensores captan cuántos pasos da por día, a cada hora, y la inclinación de su cuello. Mediante un chip celular, el dispositivo reporta a una base que luego envía las estadísticas a la web.
El fuerte de esta herramienta es su software para interpretar los datos. “Tiene un algoritmo desarrollado por nosotros que, en base al comportamiento, infiere si está comiendo adecuadamente o no, si está muy quieta o se incrementa su nivel de actividad, uno de los puntos centrales para detectar el celo. En este caso, se dispara el alerta al productor”, explicó Ríos. Y agregó que “lo que permite determinar el aumento de la actividad, es la comparación constante contra la base que se va conformando día a día”.
La empresa comenzó a trabajar hace un año. Con perfiles distintos, pero bien definidos Buscetti, tiene el rol comercial, la búsqueda de financiamiento, inversores y el pulido del modelo de negocios. Ríos y Prieto trabajan más en el desarrollo del producto, uno en el tema de redes y otro en el del equipamiento que captura los datos de los animales.
El equipo se completa con diseñadores industriales, que hacen que los aparatos resistan en el campo, y un veterinario, Roberto Vaca, profesor de la Facultad de Veterinaria de La Plata, quien brindó la información sobre el comportamiento animal para que el software pueda determinar en qué casos enviar la alerta.
Hoy, CTM también está trabajando sobre el geoposicionamiento de la hacienda, que enviará un aviso si el animal sale del campo y otro implemento para detectar partos. Incluso, están perfeccionando un sistema de sincronización de celo electrónico que permite reducir a dos encierres la carga operativa del sistema de inseminación a tiempo fijo.
El futuro de la innovación
Para Buscetti, la internet de las cosas, es decir la tecnología que permite la interconexión de objetos cotidianos con la web, no solo llegó para quedarse sino que tiene un amplio campo para avanzar. “Cuando estas herramientas se masifiquen y la información empiece a estar disponible online, la correlación de datos será muy simple. Por ejemplo, si tengo la ubicación de mi hacienda por GPS y otro sistema me indica qué oferta forrajera hay en ese lote, en el momento puedo tomar la decisión de cambiarla o dejarla ahí. Incluso, luego puedo evaluar por lote cómo respondió cada animal a un determinado alimento. Es medir productividad zona por zona, es ganadería de precisión”, subrayó.
Por su parte, Fedkamp destacó el rol de CREA en este proceso. “Ya incubamos más de 150 proyectos; no les damos dinero, abrimos nuestra red para hacerles de frontón para pelotear ideas y como pista de prueba para sus innovaciones. Necesitamos que estos emprendedores, en su mayoría jóvenes que vienen de otros sectores, nos abran la cabeza y nos hagan pensar en otros temas para que la cuarta revolución industrial inteligente también llegue a la ganadería y podamos hablar del agro 4.0”, finalizó.
Por Marcos Lopez Arriazu, Jefe de Redacción de Valor Carne