La coyuntura muestra firmeza en los precios de la hacienda liviana de consumo, cuya mayor oferta estacional todavía no aparece, y en los precios del novillo pesado para Hilton con papeles, cuya disponibilidad no alcanza para satisfacer la demanda actual de los exportadores. También se observa una recuperación parcial de los precios de la vaca (gorda, manufactura y conserva), que venían estancados hace meses en términos nominales,
El perfil de la faena de julio confirma un cambio, por ahora incipiente, en la dirección del ciclo ganadero: con más machos y menos hembras. En julio, la faena de vacas fue 17% inferior a igual mes del año anterior, mientras que el acumulado de los primeros siete meses del año marca una caída del 7%. La matanza de vaquillonas retrocede en julio un 5%, pero sin alcanzar a cambiar la tendencia de los primeros siete meses, que muestra todavía un aumento interanual del 9,5%.
La faena de novillos mostró el mes pasado el segundo registro más alto de los últimos ocho años, sólo 0,8% inferior al de igual mes del año pasado. En julio también hay más novillitos (2,6%), mientras sigue bajando la faena de terneros (23%) y terneras (23%). La dirección es buena: en lo que va del año cayó 52 mil cabezas la faena de hembras y subió 340 mil la de los machos.
De una encuesta que hemos hecho entre consignatarios y operadores del mercado de cría e invernada, surge que la inmensa mayoría de los compradores de invernada, y también de vacas de cría, son ganaderos o productores mixtos, que no quieren tener dinero a plazo fijo, comprar dólares o quedarse con los pesos una vez que venden hacienda gorda o granos.
Regreso a la ganadería
En los últimos dos años se registra la vuelta, por ahora incipiente, de muchos productores agrícolas a la rotación con ganadería. Lo hacen bajo la modalidad de engorde a corral (con grano propio) o como sucede cada vez más con planteos de recría, que incluyen la rotación con pasturas o verdeos.
Si sólo una fracción de la actual superficie agrícola se destinara a la recría o a la producción de carne, sea con verdeos, praderas o cultivos de servicio, la demanda por terneros podría acelerarse, lo que desestabilizaría el mercado de invernada.
Es improbable que la ganadería vuelva por ahora a la zona agrícola núcleo, pero se observa una incipiente recuperación de la recría y el engorde en las zonas de menor aptitud agrícola, de menores precipitaciones o de rindes aleatorios, en las que una ganadería “bien hecha” puede competir hoy con los márgenes brutos de la agricultura.
Si sólo dos millones de hectáreas, de las 33/34 millones (netas de doble cultivo) agrícolas, se dedicaran a la ganadería se generaría una demanda adicional –para ponerlas a producir– del orden de los tres a cuatro millones de terneros, imposible de satisfacer por un sector criador estancado.