El abastecimiento mundial de carne empezó a peligrar la semana pasada, en un episodio más de los efectos de la pandemia de covid-19 (coronavirus), que por otro lado también afecta a la demanda. La industria cárnica de Estados Unidos (EEUU) es la más amenazada, por la fuerza con que ha pegado el virus allí y porque es uno de los principales exportadores –junto con Brasil– de la proteína.
El alerta se disparó al comenzar la semana, cuando el mayor productor de carne de EEUU, Smithfield, cerró su principal frigorífico –responsable por 5% de la oferta de carne de cerdo del país– y advirtió que los suministros peligraban.
Al miércoles, eran 12 las industrias donde operarios se enfermaron, muchas de ellas de gran escala, como JBS, Cargill, Tyson Foods y Smithfiels –el mayor procesador de carne de cerdo del mundo–, que advirtió en un comunicado que “el cierre de plantas de proteínas está empujando a EEUU peligrosamente cerca del límite de suministro interno. Es imposible mantener los supermercados abastecidos y los cierres también tendrán repercusiones severas, quizás desastrosas, para muchos en la cadena, en primer lugar los ganaderos”.
Mientras el precio del ganado y de los cerdos se derrumbó en el mercado en las últimas dos semanas, Smithfield cerró hasta nuevo aviso una planta procesadora de cerdos y JBS recomendó cuarentenar a 6.000 operarios.
Cuando aparece un caso en una planta frigorífica, se la cierra por dos semanas, durante las cuales se les hace una limpieza y desinfección exhaustiva.
También esta semana fueron reportados dos trabajadores positivos a covid-19 en una planta frigorífica de JBS en Santa Catarina, Brasil.
Para saber
Brasil y EEUU son los dos principales exportadores mundiales de carne, por lo que si el problema se agrava puede traer consecuencias graves sobre el comercio. La preocupación respecto a la evolución de la enfermedad en Brasil es alta. The Guardian indicaba el lunes de esta semana que en Brasil habría 12 veces más casos de los que se han declarado. Con los fallecidos en 1.250, un estudio interuniversitario brasileño destacó el alto nivel de subdiagnóstico, que revela la alta proporción de fallecidos.
Si la oferta de EEUU y Brasil se ve afectada, el impacto global será fuerte, considerando que ambos concentran 37% del total de las ventas globales.
La oferta está amenazada, pero a la vez la demanda de carne está disminuida, aunque a niveles que no parecen mostrar más que una caída fuerte en el segundo trimestre, seguida por una recuperación en el segundo semestre.
Lo que sucede en China
El consumo de China sigue creciendo, pero un poco menos. El principal comprador de carne vacuna de Uruguay no frena mayormente su consumo.
En 2019 los chinos consumieron 8,8 millones de toneladas de carne vacuna y para este año el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA) proyecta el consumo en 9,4 millones. Sí hay una corrección a la baja respecto a lo que se proyectaba en enero, 9,5 millones.
Del mismo modo, las importaciones de este año serán mayores a las de 2019, ya que pasan de 2,2 a 2,5 millones de toneladas. Pero también en este caso las proyecciones al comienzo del año eran mayores, porque se esperaba que China importara 2,9 millones de toneladas.
El gran factor para China sigue siendo el otro virus, el de la fiebre porcina africana, que sigue diezmando a su población de cerdos.
El año pasado totalizaba 428 millones y se estimaba en enero en 335 millones para este año y en el reporte divulgado esta semana la estimación se llevó a 310 millones de cerdos. Por lo tanto, las importaciones de carne de cerdo siguen también en alza. Los chinos siguen desabastecidos en lo que refiere a su producción interna. La producción de carne de cerdo cae 20 millones de toneladas en dos años. De 54 a 34 millones de toneladas. Ese hueco es muy difícil de cubrir. La producción de carne vacuna de China crece en unas 200 mil toneladas, algo insuficiente para cubrir la oferta.
Japón, el segundo importador de Asia, también aumentará sus compras levemente respecto a 2019. Pasaría de 853 mil a 870 mil toneladas importadas. Y las interrupciones en la producción de EEUU pueden llevar a que sus importaciones aumenten. Por el momento la proyección es de un descenso leve, de 1,39 a 1,33 millones de toneladas.
En el balance global, lo que se esperaba fuera un año de fuerte crecimiento en las importaciones pasará a ser de una leve retracción en el comercio.
Desde las 8,8 millones de toneladas importadas el año pasado se proyectaba al comienzo de este año un salto a 9,7 millones, que no ocurrirá. Las compras bajarán en 100 mil toneladas, a 8,7 millones.
Bajas en varios países
También bajarán las exportaciones, entre ellas las de Uruguay, pero mínimamente, de 440 a 430 mil toneladas. En el caso de Brasil, las ventas que se proyectaban en 2,58 millones de toneladas en enero se corrigen a 2,5 millones, todavía 200 mil toneladas más que las que exportaron los norteños el año pasado. Paraguay baja mínimamente de 340 a 330 mil toneladas. Y el USDA ve la baja fuerte en Argentina, que caería de 762 a 675 mil toneladas.
En el descenso mundial de las exportaciones no todo es covid-19. Australia tiene una fuerte reducción, consecuencia de la sequía de los dos años anteriores y la necesaria recomposición del stock. Las exportaciones australianas pasan de 1,74 a 1,4 millones de toneladas, 340 mil toneladas menos.
Básicamente la proyección es de una interrupción de corto plazo. Pero con un impacto sí más significativo en las compras de la Unión Europea, que bajarían a 310 mil toneladas, que son las que más duelen por su importancia para Uruguay.
El menor crecimiento económico previsto para 2020, los cierres generalizados de restaurantes y hoteles, así como una reducción en el turismo y los viajes como consecuencia de la pandemia, afectarán negativamente la demanda de carne vacuna. “Los consumidores probablemente cambien a fuentes de proteínas menos costosas y ajusten los patrones de comidas”, explica el informe del USDA. Si las proyecciones de demanda se confirman, las posibles restricciones en la oferta pasan a ser importantes.
No existen agencias gubernamentales que rastreen enfermedades entre los trabajadores de la industria alimentaria en todo EEUU. Pero el Sindicato Internacional de Trabajadores Comerciales y de Alimentos, que representa a 1,3 millones de empleados de supermercados, plantas procesadoras de alimentos y envasado de carne, informó este lunes que al menos 1.500 de sus miembros habían sido infectados con el virus y que 30 de ellos habían muerto.
En Colorado, casi un tercio de los trabajadores de una planta de JBS se quedaron en casa en medio de preocupaciones de seguridad durante las últimas dos semanas, ya que un empleado de 30 años de murió a causa del virus. La planta sacrifica alrededor de 5.400 cabezas por día (5% del total de faena diaria en EEUU).
La situación es similar en Canadá. Desde que una planta de carne de cerdo Olymel en Quebec cerró el 29 de marzo, el número de trabajadores que dieron positivo para el coronavirus se quintuplicó a más de 50, según su sindicato.
La falta de equipo de protección y la naturaleza del trabajo “codo a codo” son riesgosos para los empleados y limitan la producción. Las compañías que agregaron protecciones, como una limpieza mejorada o el distanciamiento de los trabajadores, dicen que los movimientos están ralentizando aún más la producción de carne. En el otro extremo de la cadena, los supermercados y almacenes también están lidiando con el aumento de enfermedades entre los trabajadores, así como con las ausencias de aquellos que tienen miedo de ir a trabajar.
En el balance, para la carne la expectativa está intacta a la luz de estos números en cuanto a una corrección fuerte en este segundo trimestre del año que se supere, con creces en el segundo semestre. Y la amenaza latente de que haya interrupciones relevantes.
Producción: Cecilia Pattarino