Investigadores de la UBA informaron que, por primera vez desde 1930, esta enfermedad afectó en 2017 a más de 3 millones de hectáreas del cultivo de trigo. Los campos más perjudicados perdieron 53% de rendimiento.
La roya amarilla es una enfermedad fúngica que en la Argentina siempre afectó de forma esporádica a áreas templadas como el sudeste de la provincia de Buenos Aires. Pero en las dos últimas temporadas agrícolas, y por primera vez en el país, esta roya impactó en zonas más cálidas como Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires, donde nunca había sido un problema.
Según Marcelo Carmona, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), en 2017, campos con variedades de trigo susceptibles y sin control químico perdieron hasta el 53% de rendimiento. Esto enciende una señal de alarma para la campaña 2018, ya que gran parte de las variedades de trigo que se siembran son poco resistentes y el hongo de la roya se disemina a grandes distancias en el viento.
Carmona comentó: “Hasta donde entiendo, esto no sucedía desde la década de 1930. Normalmente, en la Argentina se realiza una aplicación de rutina de fungicida en los lotes de trigo. Sin embargo, como en 2017 la roya amarilla apareció de forma muy temprana y agresiva, en casi 3 millones de hectáreas los productores debieron realizar aplicaciones adicionales. Así y todo, ciertas variedades vieron afectado hasta el 50% de sus hojas en las primeras etapas del cultivo. Esto hizo que un número importante de lotes vieran reducidos sus rindes entre 3 y 4,7 t/ha”.
Por su parte, Francisco Sautua, también docente de la FAUBA, puntualizó: “Teniendo en cuenta que nuestros trigos son muy susceptibles a esta enfermedad y que las esporas del hongo recorren grandes distancias llevadas por el viento, es importante que encendamos una luz de alerta: la epidemia podría volver a suceder en 2018. Esto dependerá principalmente de la proporción de genotipos susceptibles que se siembren y, en menor medida, de las condiciones ambientales que acompañen al cultivo”
Algunas precauciones
Frente a una eventual reaparición de la roya amarilla, Carmona y Sautua recomendaron anticiparse y tomar medidas de prevención.
– Verificar el grado de susceptibilidad del trigo a sembrar, ya que varía entre cultivares, y usar el menos susceptible.
– Usar triticonazole y/o en mezcla con carboxamida o flutriafol en las semillas podría proteger a las plántulas de las primeras infecciones que provoquen las esporas que traiga el viento.
– Monitorear los lotes de trigo, en particular los sembrados más temprano con variedades poco tolerantes. Lo ideal es controlar cada 3-4 días por lote (o como mínimo cada 7 días).
– Informarse de la presencia de roya amarilla en localidades o regiones cercanas.
– Detectar lo antes posible los focos de roya amarilla dispuestos en “manchones amarillentos”. Si existen, debería planificarse el uso de fungicidas en los lotes con genotipos susceptibles y cuando llueva o haya rocío.
– Planificar el control químico. Es probable que también se deba manejar con fungicidas a la roya anaranjada y/o a la roya negra, además de las manchas foliares.
– En lo posible, aplicar mezclas de al menos dos principios activos con diferente mecanismo bioquímico de acción. Por ejemplo, se pueden usar mezclas de inhibidores de la quinona externa (estrobilurinas) más inhibidores de la desmetilación (triazoles) para el manejo de roya amarilla, una mezcla que también será eficiente para el resto de las royas y manchas foliares.
– Respetar las dosis de marbete de aquellos fungicidas registrados para roya amarilla y anaranjada.
– Se recomienda el uso de adyuvantes que favorezcan la penetración (por ejemplo, aceite metilado de soja), en especial en días frescos y/o lluviosos, o en aplicaciones con umbral en exceso o alta intensidad de ataque (es clave que el fungicida penetre y actué rápidamente). Para la roya amarilla, este aceite acelera la penetración de los fungicidas, disminuye el lavado del agroquímico por las lluvias y aumenta su actividad biológica. Así se logra disminuir la intensidad de la enfermedad. Sin embargo, se deberá consultar en todos los casos con el fabricante o vendedor de los fungicidas a aplicar, a fin de conocer su compatibilidad con el tipo de adyuvante a usar.
Tres genotipos en acción
Además de ejecutar ensayos de manejo químico, Carmona y Sautua coordinaron el muestreo a nivel nacional, del cual también participaron profesionales del INTA, de otras universidades y de empresas. Las muestras se enviaron al Global Rust Reference Center (GRRC), con base en la Aarhus University (Dinamarca). Allí se identificaron tres genotipos distintos de roya amarilla en los campos afectados. Esos genotipos fueron los mismos que causaron las epidemias del 2015 y 2016 en Europa y África del Norte. El hecho de encontrarlos en nuestro país y en otros continentes, y de manera casi simultánea, confirma la gran capacidad de este hongo para dispersarse a miles de kilómetros.
“El informe del GRRC está publicado online. Los datos mostraron que de los tres linajes genéticos detectados, en la mayor parte del área relevada dominó el PstS13, emparentado con el que en 2017 causó pérdidas cuantiosas en cultivos de trigo duro en Italia”, dijo Carmona.
“Por esa razón —insistieron ambos investigadores— en la campaña 2018 hay que estar preparados para realizar el monitoreo de esta enfermedad desde las primeras etapas del cultivo. En este sentido, una herramienta muy práctica que brinda gratuitamente la FAUBA es el Herbario Virtual de la cátedra de Fitopatología. Allí se puede identificar rápidamente cualquier infección por roya amarilla en hojas de trigo y analizar las medidas de manejo”.
Por Pablo Roset | FAUBA