Según Jorge Castaño de INTA Balcarce, en la Argentina se producen unos 5,5 millones de toneladas de materia seca (MS) de alfalfa/año a partir de 600 mil ha henificadas de dicha especie. Sin embargo, con la tecnología en uso se perderían 1,37 millones de t durante los procesos de corte, elaboración, almacenado y distribución de los rollos.
“Partir de una pastura de calidad es clave para lograr henos de calidad, además de realizar el proceso de henificación en el momento oportuno y en forma eficiente”, sostuvo.
Las tareas de corte en el país se hacen fundamentalmente con cortadoras de hélices rotativas. “Su gran difusión se debe al bajo costo de fabricación y mantenimiento, y a la robustez de los equipos. Pero se desconocen sus principales desventajas: ineficiente copiado del terreno y repicado del forraje. Tampoco permite acoplar ni incorporar acondicionadores de forraje”, detalló Santiago Tourn, de la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce.
Con respecto al hilerado, los profesionales destacaron que la utilización de rastrillos se justifica cuando se busca juntar hileras con el fin de aumentar la capacidad de trabajo en la recolección (menor tiempo de la rotoenfardadora en el campo y menor consumo de combustible) y evitar pérdidas excesivas en esta etapa.
Tourn resaltó que al momento de elegir una rotoenfardadora se debe considerar: alta capacidad de trabajo para poder recoger la mayor cantidad de forraje en el momento óptimo; tratado del forraje lo más delicado posible, reduciendo impactos y quiebres del material; máquinas equipadas con sensores de tamaño del rollo para guiar al operador, entre otros.
“Confeccionar reservas forrajeras con pasturas de alta calidad, utilizar cortadoras de discos rotativos con acondicionadores, generar rollos con menos de 17% de humedad y alta presión de roto enfardado, y almacenarlos favoreciendo su aireación, son las recomendaciones generales para lograr el éxito”, finalizó Castaño.