Gerardo Bartolomé es el fundador de DONMARIO, el principal semillero de soja de la Argentina. Es un hombre que ha marcado a fuego este negocio en el país y que convirtió a esa empresa nacida en Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires, en un grupo de trascendencia global que hoy pisa fuerte también en las otras dos grandes potencias sojeras del planeta: Brasil y EE.UU.
Desde ese lugar de referente, es una voz ineludible para hablar del nuevo marco legal que se está discutiendo para el negocio semillero. “Yo creo que hay que decirlo con todas las letras: la situación que tenemos hoy es una vergüenza. Y que se apruebe una buena ley va a ser determinante para el futuro de esta industria”, sostiene el presidente de GDM (Grupo DONMARIO).
¿Cuáles es la situación hoy en el negocio de semillas autógamas en la Argentina, como soja y trigo? En el primero de esos granos, apenas 20% de la semilla que se vende en el mercado es fiscalizada y genera ingresos para los semilleros. Mientras que en trigo ese guarismo se ubica en 26%.
En el caso de DONMARIO, que adhiere al sistema de regalía extendida, además hay un 20% de los productores que compran semilla de trigo y soja que luego pagan a través de ese mecanismo cuando deciden hacer uso propio.
Con ese panorama, los semilleros no pueden recuperar las inversiones que hacen para desarrollar las semillas de soja y trigo que siembran los productores y las van reduciendo para concentrarse en otros cultivos o en otros países.
Bartolomé sostiene que si la situación no cambia “lo que va a pasar es que se seguirá ampliando la brecha que cada vez queda más clara entre el crecimiento de los rindes en Argentina y, del otro lado, nuestros competidores”.
Cuando dice eso, el líder de la compañía está pensando, sobre todo, en el germoplasma, que es el gran aporte que hacen a la semilla de soja.
Cree que hoy se hace poco foco en ese punto y mucho en los eventos biotecnológicos que también están contenidos en la semilla, desarrollados por las grandes compañías internacionales del sector, que demorarían en llegar a la Argentina si no hay un marco legal que les asegure recuperar su inversión.
“Ambas cosas son necesarias, pero cuando se discute sobre la ley en nuestro país muchos solo hablan sobre sojas resistentes a herbicidas o insectos, producto de eventos transgénicos que podrían no estar disponibles aquí sin un nuevo marco legal. Pero pocos hablan del germoplasma, que es lo que nosotros desarrollamos y que es necesario para trasladar a la biotecnología y que los cultivos rindan”, dice Bartolomé.
En la Argentina solo quedan dos programas de mejoramiento de soja. El más importante es el de DONMARIO, que tiene 53% del mercado de semilla de soja hoy, y el segundo es el de Nidera, que tiene 25% de “market share”. El resto se divide entre varias otras compañías.
“Este debería ser un tema estratégico para la Argentina, porque estamos hablando del primer eslabón de la cadena de la soja, que es el principal negocio que tiene el país”, reflexiona el ejecutivo.
¿Cuál sería la solución? Bartolomé es bien concreto. Dice que debe permitirse el uso propio por parte de los productores, pero que debe pagarse por él. “Y debe pagarse todo en la semilla, ya sea al comprar la bolsa al semillero o al declarar que se optará por la multiplicación y uso propio”, sostiene.
Y agrega que eso será sustentable “con un buen control, que hará que crezca tanto el germoplasma como la biotecnología”.
¿Por qué es importante hablar de germoplasma, y no solo de nuevos eventos biotecnológicos, cuando se habla de una nueva Ley de Semillas? Bartolomé lo grafica de esta manera: “nadie pondría un airbag sobre un Ford Falcón modelo 1970. Nosotros hacemos un Audi, sobre el cual va el airbag que sería la biotecnología”.
El presidente de GDM cuenta que el grupo sigue invirtiendo fuerte en Argentina, además de hacerlo en Brasil y en EE.UU., pero que hace falta ese nuevo marco legal para que todo sea sustentable.
Más allá de todo esto, ¿cree que puede tener la Argentina este año el tan postergado nuevo marco legal para la industria semillera? Bartolomé responde que es optimista si el Gobierno toma el tema y promueve una ley que tenga como objetivo el bien común.
En ese marco, el fundador de DONMARIO dijo que la compañía seguirá con el modelo de negocios que implementó hace varios años y que lo consolidó como líder en el país: GDM se encarga de la investigación y el desarrollo de la genética, además del marketing, mientras que los semilleros multiplicadores producen y venden la semilla. “Ellos llegan muy rápido al agricultor en cada zona, y con una muy buena logística”, explicó.
Pero la empresa ya no es solo una compañía local. Está muy lejos de ello. Los productores argentinos, uruguayos, paraguayos o bolivianos que siembran la genética GDM se benefician también de la creciente importancia que la firma adquirió en los últimos años en los otros dos principales mercados sojeros del planeta, donde investiga, desarrolla y se nutre de los últimos avances para el negocio.
En Brasil, GDM ya es número uno del mercado. “Somos los líderes, junto con Monsanto. Ambos tenemos 31% del mercado”, se enorgullece Bartolomé. Y detalla que son más fuertes en el sur que en Los Cerrados (más al norte), donde vienen creciendo aceleradamente.
El presidente del grupo dice que esto debe ser un orgullo para la Argentina, porque una empresa del país es la líder absoluta de la soja del Mercosur, el bloque que es el principal productor sojero del planeta. En ese conjunto de países, GDM tiene el 40% de participación.
Con una compañía de esa dimensión, en los últimos años muchos le han preguntado a Bartolomé, de 62 años, si estaba en venta y hasta salieron muchas noticias en ese sentido.
Él dice que, efectivamente, le llegaron muchas ofertas pero que DONMARIO no está en venta.
“Podremos vender algunas empresas más pequeñas del grupo, pero nuestro negocio central y la marca DONMARIO no. Nuestro desafío, por el contrario, es continuar con nuestros valores y el control familiar”.
En ese sentido, le preguntamos: “¿Usted, Gerardo, hasta cuándo continuará al frente?”. Y respondió: “Es bueno que haya una renovación, manteniendo los valores. Ya nos estamos preparando para eso”.
Será, cuando suceda, un hecho histórico para la soja en la Argentina. Pero Bartolomé espera que, mucho antes que eso, haya una nueva ley que le permita a todo el negocio semillero, y no solo a DONMARIO, tener un gran futuro.