La reciente discusión sobre los biocombustibles (precios, niveles de mezcla) y el cierre del mercado americano, resaltan nuestra orfandad de estrategias y la necesidad de abandonar esa característica de nuestro pasado, que sin duda, nos ata al fracaso. Analicemos.
La discusión interna es difícil de entender, no solo porque se pueden interpretar como un cambio de las reglas de juego sobre las que se tomaron las decisiones de inversiones a las que afectan, sino también, porque se toman al mismo tiempo que los últimos informes de la ONU, que advierten que este fue el peor año de la historia en términos de emisiones de dióxido de carbono y que, si seguimos así, la temperatura media global podría a fin de este siglo llegar a aumentar hasta 8º.
Los biocombustibles solos no resuelven el problema, pero nadie duda de que sea cual sea la estrategia a seguir, los incluye como un componente importante. Cambiar las reglas de juego, manda al mundo una señal que no parece consistente con sus compromisos y con su intención de re-insertarse en el mundo.
Esto parece estar en línea con la idea de que Vaca Muerta podría transformarnos en una nueva Arabia Saudita. Una idea que como mínimo requiere un análisis mas profundo del que se ha hecho. Aun cuando el potencial esté, llegamos tarde: los grandes jugadores del mercado de hidrocarburos ya comienzan a revisar sus visiones estratégicas y pensar en un futuro donde el “fin del petróleo”, ocurre por problemas de demanda –sociedades en búsqueda de patrones mas sostenibles – y no por agotamiento del recurso.
Ya en 2016 el fondo de la familia Rockefeller planteaba que ya no existen razones ni económicas, ni éticas, para continuar invirtiendo en desarrollo de nuevos yacimientos, y Arabia Saudita se ha comenzado a plantear un futuro donde el petróleo progresivamente deja de desempeñar el papel que hoy desempeña en su economía. Por otra parte, estudios recientes sobre el potencial del yacimiento (Coremberg, 2017) indican que su valor para nuestra economía esta lejos de representar todo el potencial que se le asignaba.
Esto no quiere decir que no debemos explotar Vaca Muerta; debemos hacerlo y rápido, pero para exportar y generar recursos para transformar nuestra economía y no para que juegue un papel mayor en nuestra matriz energética. En ese escenario, desincentivar los biocombustibles atrasa y la prohibición de entrada a USA es un duro golpe.
El camino a futuro, nuevamente es repensar la estrategia, abandonar la linealidad de los comportamientos que nos han traído a este presente donde parecemos estar encerrados en un circulo vicioso de pobreza.
En lugar de revisar para abajo la política de biocombustibles, debemos hacerlos la norma del mercado, incentivar el que reemplace a los fósiles en toda la dimensión posible, incluyendo mercados nuevos como el del “jet fuel”, donde hay cada vez mas innovaciones y oportunidades: la eliminación de los subsidios al carbono son un dato, no es sí, es cuándo; anticipemos el escenario y construyamos una matriz coherente con esa realidad.
Mas allá de lo anterior, los biocombustibles son un elemento clave del desarrollo de la bioeconomía, como visión para el desarrollo donde el crecimiento económico no esta inevitablemente asociado a la degradación ambiental y permite empezar a establecer las bases para estrategias que balanceen mejor el manejo y conservación de los bienes comunes – aire, agua, suelos – con las expectativas económicas de la gente.
Son también un primer paso en el aprovechamiento de nuestra probada competitividad como productores de biomasa, algo indispensable para devolverle una dinámica de desarrollo a las economías regionales y mejorar su capacidad de generación de ingresos y empleos de calidad.
En un mundo crecientemente desafiado y preocupado por el deterioro de los recursos naturales y el cambio climático estas oportunidades no se deben dejar pasar. Nuestra respuesta a los escenarios actuales debe ser una estrategia de mas bioenergía, alimentos y biomateriales, aprovechando nuestra crisis energética como palanca frente a las restricciones externas y ganar competitividad en todo el conjunto.
Los hechos recientes: poco avance en la OMC, falta de acuerdo en el Mercosur-UE, cierre de USA, deben ser tomados como incentivos de cambio y no como nuevos sustentos del status-quo. En este sentido, mirar los biocombustibles de manera aislada de sus interrelaciones con el desarrollo territorial, la generación de empleo y la competitividad del conjunto, representa un golpe al futuro.
Fuente: Clarin Rural