Según el consultor agrícola Gustavo Duarte, los productores argentinos de granos perdieron en promedio por la falta de lluvias unas 65.000 toneladas diarias de soja y maíz en relación a la cosecha iniciada.
Esta situación, además de recortar el volumen final de la cosecha, tendrá un impacto negativo sobre las otras dos grandes producciones de la región: la ganadería y el tambo.
En materia de producción de carne vacuna, el primer impacto de la sequía fue que los campos de cría no tenían suficiente pasto para retener la hacienda en el lugar.
A la vez, según el experto de AACREA Fermín Torroba, eso provocó que muchos productores decidieran adelantar la venta de sus terneros o resignaran la posibilidad de recriarlos, para enviarlos a un corral de engorde.
“Creemos que todavía lo peor no pasó”, dijo Torroba, quien consideró que la disponibilidad de pasto será todavía peor en invierno, cuando llegue el frío.
“Vamos a tener menos recría este año, y el engorde en 2018, que venia con corrales muy cargados, ahora registra un llenado muy fuerte. Esto implica que vamos a tener una salida muy fuerte de novillos (al mercado) entre mayo a septiembre”, advirtió.
EL EXPERTO ESTIMÓ QUE LA PRODUCCIÓN DE CARNE PODRÍA LLEGAR A 3 MILLONES DE TONELADAS EN 2018, YA QUE LA FAENA DE HEMBRAS PODRÍA CRECER HASTA EL 47 POR CIENTO DEL TOTAL.
La consecuencia más probable, según Torroba, debería ser una baja de los precios de la hacienda, o una suba muy inferior a la inflación, en el corto plazo.
Como además el alimento para la suplementación será más caro, se anticipan meses de una muy ajustada situación para los productores de ganado.
De todos modos, Torroba prevé que esta liquidación de hacienda originada por la sequía se revierta entre 2019 y 2020, cuando comience a escasear hacienda y los precios se recompongan nuevamente.
En el caso de la lechería, el experto Máximo Russ, de la propia Sociedad Rural, evaluó que el principal impacto de la sequía fue que muchos tambos no pudieron generar reserva de alimento para que sus vacas atraviesen el invierno, en especial por la falta de maíz para silaje.
“Este año vanos a tener que recurrir de modo importante al cultivo de invierno para tener silaje. Si el silo de maíz no alcanza va a haber que comprar heno”, advirtió el productor, que no descartó que muchos productores incursionen incluso en el silaje de trigo.
Russ destacó que el peor problema que dejará la sequía para los productores de leche es el “encarecimiento de los concentrados”, ya que el alimento balanceado (basicamente confeccionado con maíz y soja) aumentó un 20 por ciento desde enero pasado.