Hace unos años se publicó una revisión (Renquist, 2019) sobre las respuestas normales a la exposición al calor, incluyendo la depresión en el consumo, crecimiento y producción de leche, además de considerar las respuestas de las crías expuestas a estrés calórico durante la gestación.
En la misma, el autor discute cómo la redistribución del flujo sanguíneo de las vísceras a los tejidos periféricos pueden explicar la disminución del consumo, crecimiento y producción de leche. Esta disminución del flujo sanguíneo visceral, según el autor puede deberse al exceso de tono simpático. El estrés calórico, a su vez, provoca una disminución de la motilidad del tracto digestivo, que puede contribuir también a la reducción del consumo.
Con respecto a la disminución en la producción de leche causada por estrés calórico, ésta puede ser temporal o crónica, debido a la limitación en el desarrollo de la glándula mamaria. A su vez, la disminución de la producción de leche puede ser dependiente o independiente de la disminución del consumo.
Si bien el 50% de la reducción en la producción de leche se atribuye a la disminución del consumo, la otra mitad no depende de la disminución del consumo de nutrientes. Al igual que sobre el consumo, el estrés calórico y el consecuente aumento del tono simpático resulta en vasoconstricción a nivel de la glándula mamaria. Esto limita la llegada de oxitocina a las células mioepiteliales reduciendo la eyección de leche.
Por otro lado, el estrés calórico durante los estadios críticos de desarrollo de la glándula, previo e inmediatamente luego del parto, puede afectar la producción durante toda la lactancia debido a una reducción en la proliferación celular.
De hecho, propone el uso de tratamientos farmacológicos e intervenciones de manejo para aliviar la carga de calor direccionadas a promover el flujo sanguíneo visceral para reducir las consecuencias del estrés calórico.
Artículo publicado por el Instituto de Formación e Investigación en Nutrición Animal (IFINA)
Fuente: todoagro.com.ar