Según un trabajo del profesor Derrell Peel (“Economics of Stocker Production”), la operación más típica de recría en Estados Unidos supone un peso de entrada del ternero de 181 a 250 kilos (3,70-4,05 dólares por kilo vivo), una ganancia diaria de 680 gramos a 1,13 kilos, una ganancia total acumulada en un período de 100 a 200 días, de 90 a 136 kilos, y un peso de venta al feedlot, para su terminación, del orden de los 295 a los 385 kilos (3,35-3,57 dólares por kilo).
El trabajo calcula que, del costo total de producción, el valor de compra del ternero representa el 75 al 85 por ciento; el forraje (campo natural, rastrojos, trigos, pasturas) del ocho al 15 por ciento; los intereses del dos al tres por ciento; la comercialización del dos al tres por ciento; el costo veterinario el dos al tres por ciento y el trabajo y amortización de equipos el uno al dos por ciento. La mortandad se calcula entre el uno y el tres por ciento.
La mayor parte de la recría se hace sobre campo natural alquilado, y el precio de equilibrio necesario para cubrir todos los costos va cayendo a medida que el ciclo de engorde se alarga.
Es difícil encontrar rentabilidad –dado el peso de los costos fijos– en ciclos de engorde inferiores a los 90 días. Con animales de buena genética y buena tasa de transformación de pasto a carne, se logra en menos tiempo llegar al valor de equilibrio del proceso de recría.
El estudio, que es muy completo y abarca más de 14 años, destaca, entre otras cosas, que los animales muy livianos al momento de iniciarse la recría, tienen mayores ganancias y tasas de conversión diarias, pero presentan también tasas de mortalidad y morbilidad más altas que los terneros que entran más pesados o con un destete “preacondicionado”.
Empeoran la rentabilidad de la recría la compra de terneros de diversos orígenes o comprados a largas distancias de donde serán recriados; también afecta la rentabilidad de esta actividad el clima (fríos o secas extremas), el momento del ciclo ganadero (diferencia de compra/venta) y el valor del maíz: un encarecimiento del grano, por ejemplo, puede castigar el valor de la invernada muy liviana.
Modalidad
Otro estudio, esta vez del National Stocker Survey, destaca que sólo el 17,2 por ciento de los “stockers” son recriadores puros; por lejos, son los mismos criadores, con el 64,6 por ciento de participación, los quienes mayor participación tienen en la recría en Estados Unidos.
Quienes hacen el ciclo completo, desde la cría hasta el feedlot, representan el 10,6 de los recriadores, y los operadores de feedlots el 4,8 por ciento restante.
También, según este estudio, el 24 por ciento de los recriadores puros compra los terneros a precios que están por debajo del promedio del mercado, el 65 por ciento al promedio, mientras que el 11 por ciento revela que paga más que el promedio.
El “stocker” puro, mayoritariamente tiene además otro trabajo, engorda ganado todo el año, compra hacienda muy liviana, es tolerante al riesgo, aplica implantes, recurre al veterinario sólo en una emergencia o alguna vez al año, tiene más mortandad que el promedio, y utiliza instrumentos tales como el “forward”.